"Las finanzas del fútbol deben volver a la normalidad"
Lennart Johansson, empresario de éxito hasta que tomó las riendas de la UEFA, afronta con claridad de criterio los graves problemas que tiene el fútbol europeo. Recibe mensajes muy distintos: los del Oeste rico y los del Este pobre. Y trata de hallar soluciones que beneficien a todos. "Aunque sé", dice, "que, haga lo que haga, seré criticado".Pregunta. ¿Hacia dónde va el fútbol europeo?
Respuesta. El futuro del fútbol es espléndido. Pero hay que cuidarlo. No es un piano que se toca solo. Hay muchos problemas, pero soy más optimista que en el pasado. Cambios como la liguilla de la Copa de Europa o la norma de la cesión al portero han sido muy positivos. El fútbol ofensivo ha salido ganando. Y existe un movimiento muy positivo alrededor del fútbol.
P. Habla usted de cambios. Pero el fútbol ha sido, tradicionalmente, muy conservador.
R. Yo también soy conservador. En el mundo actual, según mi criterio, hay que ser conservador. Pero eso no quiere decir que no sea capaz de cambiar algo. Si me convencen de ello, apoyo el cambio. Luego nunca miro atrás y peleo al máximo por ello.
P. La UEFA se encuentra situada en medio de dos problemas muy distintos. Los ricos como el Madrid, el Barcelona, la Juventus o el Milan, reclaman un tipo de soluciones. Y los pobres, como los países del Este, tienen problemas completamente distintos. ¿Qué filosofía puede adoptar la UEFA ante un mapa futbolístico tan distinto?
R. El problema para los clubes grandes es que han gastado demasiado y tienen problemas financieros. Han llegado a un punto en el que necesitan jugar cada noche ante 100.000 personas y con televisión en directo para cobrar los derechos de transmisión. Y aun así tienen pérdidas. Muchos de ellos están en bancarrota. Necesitan dinero para cubrir presupuestos desorbitados. Debemos aportar cierto orden. Pero hay que hacerlo manteniendo la puerta abierta para los países que no son, tan poderosos económicamente. No se trata de solucionar únicamente los problemas de los cuatro o cinco equipos más ricos. Pero también hay que escuchar y ayudarles en sus problemas.
P. Según Il Sole 24 Ore, periódico económico italiano, el Milan perdió 5.000 millones de pesetas en la temporada 1991-11992. Pero el Milan es una empresa más en el grupo Fininvest, de Silvio Berlusconi. Y esas pérdidas en el fútbol no significan nada para un grupo tan potente. ¿Cómo pueden luchar contra eso los otros clubes, que no tienen la estructura de una multinacional?
R. Usted leyó un periódico. Yo leí otro, el Financial Times, que decía que el grupo de Berlusconi tiene problemas económicos. Pero yo no soy quien debe discutir la política financiera de Berlusconi. Lo está haciendo bien, está trabajando a su manera, y lo respeto. Pero no sé qué hará si algún día necesita vender activos de su empresa. No sé si venderá el club o sus barcos. Y eso es un problema para nosotros. No sabemos durante cuánto tiempo está dispuesto a perder dinero con su club. La UEFA no puede construir su organización basándose en personas dispuestas a perder 5.000 millones de pesetas, en un año. Creo que hay que convencer a las grandes compañías, a los grandes empresarios, sobre cuál es la situación.
P. ¿Qué les diría usted a los dueños de esos clubes ricos?
R. Que las finanzas del fútbol deben volver a la normalidad. Hay que rebajar el número de clubes de Primera a una cifra razonable. Creo que lo mejor es sentarse en una mesa, como amigos, y discutir las distintas situaciones y los distintos problemas. Por ejemplo, bajar los precios de los traspasos; evitar que los partidos de calificación para los mundiales interrumpan de forma tan continua la preparación de los mejores jugadores; aprovechar en favor propio la competencia entre las compañías de televisión; colaborar con la UEFA en el reparto de dinero a los países que surten de futbolistas a las Ligas más poderosas; y no dedicarse a disparar los unos a los otros, que es lo que sucede ahora.
P. Parece difícil, cuando la filosofía del dinero manda tanto en el fútbol de países como España o Italia.
R. Pero es temporal. No hace muchos años, las autoridades italianas prohibieron la contratación de extranjeros porque perjudicaba al fútbol nacional. Las cosas cambian. Es un buen ejemplo lo que ha sucedido en Francia y en los países escandinavos, donde las federaciones han abierto un debate sobre el futuro de sus competiciones. Las federaciones deben exigir a los clubes una situación económica saneada antes de permitirles ascender a Primera. Conozco la situación de los clubes españoles, y no es muy prometedora. Tienen que darse cuenta de que deben llegar a un acuerdo para frenar gastos. Gastan más de lo que ingresan. Si se siguen permitiendo actitudes de este tipo, acabarán matando al fútbol.
P. Quizá es que es complicado entender que países como Italia 0 España, cuyas ligas cuentan con los mejores jugadores y tienen un potencial enorme, tengan la misma representación en las competiciones europeas que, por ejemplo, Albania o Letonia.
R. Estoy de acuerdo. Y ese tema debe ser analizado en profundidad. De hecho, ya lo están haciendo los comités de la UEFA competentes en la materia. Es un problema muy interesante. ¿Cómo podemos mantener la puerta abierta a los clubes pequeños y, al mismo tiempo, que los países con los clubes más poderosos estén mejor representados? Hay soluciones, por supuesto. Y nuestros comités están trabajando en ellas. Por ejemplo, no puede ser tan dramático para el Real Madrid quedarse a un punto del Barcelona al final de la Liga. O viceversa.
P. Y ahí encaja su idea de crear una Superliga Europea, que fusionaría la Copa de la UEFA y la Copa de Europa en una sola competición.
R. Efectivamente. Es una idea personal que presentaré el 21 de abril ante el Comité Ejecutivo de la UEFA. Países como España, Italia, Alemania o Inglaterra tendrían más clubes, hasta cuatro o cinco, en la máxima competición europea. No se pueden comparar estas ligas con las de las islas Feroe, por ejemplo. ¿Acaso tiene Estonia tres equipos de nivel internacional? La nueva Superliga, que puede entrar en vigor en la temporada 1994-1995, puede ser una buena solución para todos. La Recopa debe mantenerse como está.
P. ¿Venderán los derechos de las copas europeas como un solo paquete a las televisiones?
R. Eso depende de las negociaciones con las federaciones. La UEFA necesita recursos para promocionar el fútbol en los países pobres. Es la política de Robin Hood: coger de los ricos para dar de comer a los pobres. Existen dos fórmulas posibles. Una, que vendamos las competiciones como un paquete y que los beneficios se dividan de acuerdo con los clubes. Otra que cada club venda los derechos de sus partidos y entregue el 25% de lo que recaude a la UEFA.
P. ¿Está usted a favor de los árbitros profesionales?
R. Hay que conseguir que los árbitros sean respetados, porque es un trabajo muy difícil. El fútbol cada vez es más rápido. En una décima de segundo deben tomar decisiones cruciales que luego son analizadas detenidamente en las televisiones. Estoy a favor de que los árbitros reciban compensaciones económicas más justas. Unos países podrán pagar más que otros. Pero el problema es conseguir que tengan tiempo para descansar y para prepararse. Los árbitros están en activo, al máximo nivel, entre los 30 y los 45 años. Si abandonan sus trabajos y se convierten en profesionales, cobrando aproximadamente lo mismo que en sus puestos laborales, ¿qué van a hacer a los 45 años? Si intentan volver a sus anteriores trabajos, es muy posible que no sean aceptados. Por eso estoy a favor de una solución mixta: mejor pagados y con más tiempo para prepararse, pero sin necesidad de que sean profesionales al 100%.
P. EL PAÍS publicó hace unos días un estudio según el cual era imposible que un juez de línea cumpliese con la tarea que se le encomienda. La FIFA lo acepta, pero, sin embargo, no hace nada por resolverlo.
R. La FIFA está discutiendo este tema. El cuarto árbitro va a aliviar al juez principal de tareas como controlar el tiempo o anotar las tarjetas. Quizá haya que colocar a dos árbitros principales. No lo se. Lo que si sé es. que las soluciones llegarán pronto.
P. En su cargo, ¿es usted más político que deportista?
R . No soy un político aunque tenga que tomar decisiones tácticas que se parecen a la política. Creo que para ser presidente de la UEFA hay que dormir bien, estar contento con lo que haces, tener un buen estómago, y estar preparado a que, hagas lo que hagas, vas a ser criticado. Y también debes tener muy claro que hay un largo camino desde Italia a Noruega, lo que te obliga a ponerte en el lugar de todos y escuchar los intereses de cada uno. No sé si eso es ser político. Pero sí que sé que no me pagan por mi trabajo, por lo que no debo agradecer nada a nadie. Y eso me da mucha libertad.
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