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Sabonis y Biriukov fulminaron al Taugrés

El Real Madrid parece dispuesto a que sus partidos no duren más de lo estrictamente necesario. Liquidó los cuartos de final frente al Caja San Fernando en seis minutos, y el Taugrés dió el último suspiro a los 15 minutos del primer tiempo. Lo hizo simbólicamente, en una jugada significativa. Fue de forma amarga, frustrante para un conjunto que tras su triunfo frente al Barça albergó esperanzas de colarse en la final, pero inevitable ante la avalancha que les estaba cayendo encima. Fue una rendición incondicional ante el hombre más responsable de colocarles en esa situación: Arvidas Sabonis.El pivote lituano nunca está para bromas cuando lo que está en juego es algo importante. Corría el minuto 14 de partido y la diferencia era ya de 18 puntos (33-15). Sabonis había cogido el mando desde el principio. Con 13 puntos (dos triples incluidos), sólo había tenido la necesidad de coger 3 rebotes, y completaba su estadística con 3 tapones. Hasta ahí, todo normal. Pero tan importante como eso fue sacar del partido a la gran estrella del Taugrés, Joe Arlauckas. Repitiendo la faena que le hizo a Middleton, Sabonis se colocó a dos metros del estadounidense, y al magnífico jugador (de rebote al Taugrés) se le fundieron los plomos. Arlauckas arregló después sus números, pero ya era tarde. En esos 15 minutos, los vitorianos llevaban la paupérrima media de un punto por minuto. Había llegado el momento de entregar las armas.

Fue Ramón Rivas el encargado de tan desagradable misión lo que no deja de tener su lectura. El hispano-puertorriqueño tiene una dificil lesión de rodilla, y su equipo sufre con él. El Madrid perdió el balón en su ataque, y tres jugadores del Taugrés se enfrentaron en un tres contra uno a Sabonis. La mentalidad ganadora de Sabonis se hizo cuerpo presente y los dos intentos de Rivas acabaron su fugaz viaje sin llegar al aro. Todavía le cayó el balón en las manos una tercera vez. Sabonis ya ni se molestó en saltar. Miró a Rivas y el terror y la desesperación hizo el resto. A dos centímetros del aro, Rivas falló. El Taugrés estaba tocado y hundido. No podían con Sabonis.

El resto lo puso Biriukov. Su nueva posición de sexto hombre le ha dado más vida que a Drácula una litrona de sangre fresca. Txetxu vive los primeros escarceos desde el banquillo. Tiene tiempo para leer el partido, sacar conclusiones y ubicarse mentalmente. Cuando Luyk le incorpora al partido, Biriukov ya se ha jugado un par de triples imaginarios y ha escrutado las debilidades de sus posibles marcadores. Sólo queda salir y tener paciencia. Con la seguridad de encontrar su momento, Biriukov encadenó una magnífica serie de cinco de cinco desde detrás de la linea e hizo comprender al Taugrés que ni siquiera con la desaparición de Sabonis, el partido iba a cambiar de manos.

No importó que Ricky Brown se fuese a la ducha por primera vez en muchos años con cero puntos. Tampoco influyó en la marcha del Madrid que Luyk, sabiéndose ganador al poco de empezar el encuentro, hiciese constantes cambios hasta poner en cancha a todo su plantel durante el primer tiempo. Con Sabonis, todo es diferente, y la mayoría para bien. Los tiradores lanzan con más tranquilidad, los bases tienen siempre un punto de referencia al que acudir cuando hay problemas, y el equipo contrario se las ve y se las desea para intentar que no les haga un roto.

Despúes de la jugada de Rivas, quedaban las migajas de un partido hecho añicos por la inmisericorde prestación del Madrid. Los blancos levantaron el pie del acelerador.

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