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La brutalidad del Reino Unido

Hubo una época, quizá no hace más de 10 años, en la que los británicos que iban a Nueva York quedaban asustados por la infinita letanía de asesinatos, atracos y violaciones que se desgranaba cada noche en la televisión. Fueran cuales fueran las deficiencias de nuestro país, concluíamos, aún había en la sociedad británica cierta civilidad, incluso amabilidad, que convertía la imparable criminalidad y violencia urbana de Norteamérica en un fenómeno en relación al cual podíamos sentirnos superiores, puesto que nuestras propias ciudades eran oasis de tranquilidad en comparación con las estadounidenses. Ya no es posible justificar semejante complacencia. ( ... )Los británicos sentían desde hace algún tiempo que el crimen violento corroía los extremos de la estructura social del país y que las autoridades parecían incapaces de detener su progreso incesante. Pero ha hecho falta otro asesinato más para cristalizar los temores del país y animar a la gente a preguntarse en voz alta en qué clase de nación nos estamos convirtiendo: nos referimos al brutal rapto y asesinato del niño de dos años James Bulger, cometido por otros niños. ( ... )

Sin embargo, el embrutecimiento del Reino Unido continuará hasta que comprendamos plenamente las fuerzas sociales, que lo producen y alcancemos un consenso nacional en apoyo de las políticas precisas para detenerlo.

21 de febrero

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