Patones de Arriba mantendrá el tráfico, en contra de lo anunciado
La decisión de prohibir el tráfico en Patones de Arriba (338 habitantes) tendrá que esperar. El municipio turístico, que este domingo sufrió una aglomeración histórica, seguirá siendo pasto de los coches hasta que el Gobierno regional dé dinero para construir dos aparcamientos en los accesos. Así lo plantea el alcalde, José Manuel Herrero (PSOE), que quiere aliviar la situación explanando la entrada.
El regidor ya ha hecho gestiones -aún sin fructificar- para que la comunidad autónoma pague los dos aparcamientos planeados en las normas subsidiarias del municipio, aprobadas a finales del año pasado. En ellas se prevén unas 200 plazas de estacionamiento disuasorio para los numerosos visitantes que los fines de semana acuden a la parte alta de Patones (a 60 kilómetros de Madrid, junto a la carretera de Burgos)."El Ayuntamiento no tiene dinero para hacer los estacionamientos, por eso le pedimos a. la Comunidad que los pague. Hasta entonces, no se prohibirá el tráfico", afirma Herrero. Es pesimista respecto a la respuesta de la Administración: "Todavía no hay nada en ciernes", asegura. Sin embargo, urge a las autoridades: "Tienen que poner dinero, porque hay que preservar el pueblo [dispone del rango de lugar protegido]. El último domingo fue uno de los peores que haya visto, con los coches tapando hasta las puertas".
El alcalde de Patones (de cuyos 338 habitantes, sólo una treintena vive en el núcleo alto) intenta, mientras tanto, aplicar una "solución de compromiso", explanar terrenos de la entrada para dar cabida a unos 50 coches.
Expectación
La decisión de cortar el tráfico está rodeada de polémica. La teniente de alcalde, Pilar Orgaz, anunció el pasado enero que entraría en vigor antes de un mes (ver EL PAÍS del 12 de enero), sin esperar la creación de aparcamientos disuasorios.La noticia causó un tremendo revuelo. Los responsables de los restaurantes del pueblo -seis- se entrevistaron con el alcalde. A fin de cuentas, Patones de Arriba sólo vive del turismo. "Estaban asustadísimos", recuerda uno de ellos, Aurora Fierro. "El alcalde dijo que la concejal había dicho lo que no debía", añade Manuel Argiz, un férreo opositor a limitar el tráfico. Para él, la medida está fuera de la ley.
La decisión de supeditar la prohibición a la construcción de aparcamientos ha caído bien. "Es lógico", mantiene François-Henry Fourier, hostelero que se muestra a favor de acabar con el tráfico. "El domingo pasado me lié a patadas con un coche que bloqueaba mi puerta", cuenta.
Además de los coches, Patones de Arriba -un pueblo prácticamente abandonado hasta la década pasada- tiene otros problemas. Fierro los enumera: arreglar las calles, poner alumbrado y limpiar las ruinas. "La Comunidad y el Ayuntamiento tienen que sanear esto", dice. Mientras, ella intenta hacer una asociación de amigos de Patones y recabar fondos para sanear el pueblo. Por su parte, el alcalde asegura que la pavimentación y el alumbrado ya están previstos. "Esto es una joya que se debe preservar", coinciden.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.