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El centro Hadley de estudio del clima predice que en España lloverá menos en el siglo XXI

La actual sequía que sufre España no es más que un ejemplo de lo que, probablemente se avecina, según los primeros datos publicados sobre predicción climática para el siglo XXI en Europa occidental por el centro Hadley (Reino Unido), uno de los cuatro institutos mundiales que encabezan estas investigaciones. Las precipitaciones descenderán probablemente en la península Ibérica casi a la mitad, y no será una. sequía transitoria debida a la variación meteorológica, como es la actual, sino una tendencia a largo plazo difícilmente reversible.

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"Se aprecia un desplazamiento de las condiciones del desierto hacia el Norte durante el próximo siglo", explica Howard Cattle, director del centro Hadley. Tres cuartas partes del territorio español se verían seriamente afectadas por la sequía.Dos centenares de científicos trabajan en ese instituto dedicado a la predicción del clima para el siglo XXI. Para ello realizan extrapolaciones de las condiciones presentes a escenarios futuros sobre la base, por ejemplo, de que las emisiones a la atmósfera de dióxido de carbono -gas dé efecto invernadero- aumenten un 1% cada año, tal y como viene sucediendo desde que empezó la industrialización en el siglo XIX.

Del Hadley, del instituto alemán Max Planck y de dos centros de EE UU salieron hace pocos años las predicciones globales sobre el calentamiento de la Tierra en las próximas décadas que políticos, economistas y planificadores en todo el mundo no han tenido más remedio que empezar a tomar muy en serio.

"Los resultados que ahora ha presentado Hadley indican que en España, dentro de 50 o 60 años, va a llover casi la mitad que ahora: si el promedio actual -de los últimos 70 años- son 340 litros por metro cuadrado al año, en el 2040 o 2050 serán 180", dice Antonio Ruiz de Elvira, catedrático de Física de la Universidad de Alcalá de Henares y especialista en predicción climática. "En invierno, que es el problema en España, porque las precipitaciones en verano son muy bajas; va a llover menos o mucho menos en la península Ibérica, exceptuando Cataluña y la cuenca de Ebro", continúa.

Sin embargo, el norte y centro de Europa no sufrirán sequía; al contrario, las precipitaciones aumentaran en invierno, hasta un 40% en algunas zonas, aunque las nieves y los hielos se reducirán sensiblemente. El área europea donde será más probable la disminución [de las precipitaciones] es la península Ibérica", dice el informe del centro Hadley. Y la particularidad en el territorio europeo vuelve a surgir al referirse a la humedad del suelo, parámetro en que cabe esperar pocos cambios: "La excepción es la península Ibérica, donde, probablemente, habrá sequía".

El Guadalquivir, seco

"Las consecuencias serían malísimas para la agricultura, la vegetación resultaría muy afectada: digamos que aumenta el riesgo de mayor aridez, si no queremos decir desertización", afirma Manuel Castro, profesor de Física de la Universidad, Complutense. "Si con lo que llueve ahora tenemos restricciones de agua en Sevilla en invierno, y disminuyen drásticamente las precipitaciones, dentro de medio siglo el Guadalquivir sería un canal seco", dice Ruiz de Elvira.Los científicos consideran sus resultados suficientemente valiosos para que los planificadores los tengan en cuenta. Un plan hidrológico, por ejemplo, debería considerar las predicciones del clima a la hora de planificar pantanos o canales.

Ruiz de Elvira insiste en que la actual sequía se debe a la variabilidad natural del clima, y que volverá a llover, pero que, la sequía anunciada por los experimentos globales será una característica climática del siglo XXI difícilmente reversible. Es la diferencia entre meteorología y clima.

La excepcionalidad de la península Ibérica respecto al resto de Europa occidental se debe a su situación geográfica. "España está en el borde sur europeo de las lluvias actualmente", afirma Ruiz de Elvira. La circulación atmosférica global funciona de forma que el aire se calienta en el ecuador terrestre y sube. Actualmente, este aire seco desciende a la superficie en la franja de los 25 grados de latitud norte, y allí están los desiertos. Pero el aumento de las temperaturas medias, ante todo en los polos, desplazaría hacia latitudes más septentrionales la franja de descenso de aire caliente, y la península Ibérica quedaría atrapada en la franja de desertización.

Castro señala, además, que estamos en un lugar crítico, en el borde oriental del anticiclón atlántico, y si se amplía su radio de acción, como indica el experimento de Hadley, invade la Península y el norte de África (Marruecos y Argelia)". Este especialista apunta que el resto del sur europeo tiene la influencia plena del Mediterráneo, "con sus abundantes miniciclones, por lo que su situación puede no variar mucho".

Ante un panorama tan preocupante, la repoblación forestal masiva de la península Ibérica podría ser el único resquicio de esperanza, advierten los científicos. "La cantidad de agua depende de la evaporación: si tenemos árboles, tenemos evaporación a la atmósfera, y cuando entra aire frío, llueve", explica Ruiz de Elvira.

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