Patones, para los peatones
El municipio turístico prohibirá entrar en automóvil en fin de semana
A Patones, pero a patita. El Ayuntamiento de este municipio (338 habitantes) prohibirá la entrada de coches a la parte antigua del pueblo, llamada Patones de Arriba, durante los fines de semana. Con ello pretende evitar la invasión de automóviles y el caos circulatorio que se producen ahora, durante los días de descanso, en uno de los enclaves más turísticos de la provincia. La restricción, a la que se oponen algunos vecinos, entrará en vigor antes de un mes, según fuentes municipales. Patones, para los peatones: ése es el objetivo.
Del abandono, a la moda. Hace dos decenios, Patones de Arriba era un lugar semiderruido: el tiempo envolvía la piedra, las paredes se desmenuzaban. Las casas morían lentamente tras la deserción de la mayoría de los habitantes rumbo a Patones de Abajo o aún más lejos.En los años ochenta resurgió con viveza, de la mano de pioneros de la restauración y de amantes de un lugar cuajado de leyenda. Ahora es uno de los atractivos de la región. Pero eso también da problemas, sobre todo los sábados y los domingos.
"En los fines de semana se monta un buen lío arriba. No hay sitio para aparcar,", explica la teniente de alcalde, Pilar Orgaz, del PSOE. No exagera. Un domingo puede haber más de 70 coches en el pueblo viejo. Colapsan el casco urbano y aun la estrecha y pendiente carretera.
La solución municipal no pasa por crear un aparcamiento a la entrada de este empinado pueblo norteño, que dista 60 kilómetros de Madrid. "Por desgracia, no hay terrenos municipales en las laderas, y recurrir a expropiaciones daría. mucha guerra", explica Orgaz. Ella confía en que la pequeña explanada del mirador de la carretera sirva come, estacionamiento. "Si no, habrá que dejar los coches abajo del todo", afirma. "La gente podría subir andando un kilómetros o, como mucho, dos. Así verían lo bonito que es el barranco", reflexiona.
Residentes, sí
El Ayuntamiento prevé prohibir el acceso en coche de los no residentes durante los fines de semana "en el plazo máximo de un mes", según la teniente de alcalde. Proyecta hacerlo mediante señalización y que sea la Guardia Civil de Tráfico la que vigile el cumplimiento de la prohibición.
De todas formas, el Consistorio (cuatro concejales del PSOE y tres independientes) pretende aplicar la decisión con flexibilidad: a fin de cuentas, Patones de Arriba vive del turismo. "Hay ahí casi más restaurantes [seis] que personas [unas veinte]", señala Pilar Orgaz. Añade que la medida nada tiene que ver con episodios de rivalidad entre los dos Patones. `Y pone un ejemplo: "Abajo no hay donde comer, o sea que difícilmente los turistas se quedarían ahí". La teniente de alcalde dice haber encontrado poco apoyo a la medida entre la gente del casco viejo. "Pueblo pequeño, infierno grande", refranea.
François-Henry Fournier, El Francés, es uno de los que la defienden. "Es indispensable prohibir el acceso en coche. Hay que salvar Patones contra viento y marea", afirma este restaurador francés afincado en el pueblo desde hace 15 años.
Él, uno de los artífices de la reconstrucción del casco viejo -y uno de los principales dueños-ha sufrido en carne propia las consecuencias del atasco dominical que bloquea el recinto. "He tenido dos infartos y, una vez, si no es porque había en el pueblo un médico que llevaba las pastillas adecuadas, cafinitrina [medicación antiinfarto], no llego al hospital", dice.
Fournier sabe que hay gente que se opone a la medida, pero la defiende radicalmente. "Yo voy a ser uno de los primeros molestados, pero incluso prohibiría los coches de los residentes", dice. El copropietario de un restaurante, está a punto de inaugurar un pequeño hotel. Cree que, con la prohibición, los visitantes no tendrán que subir un kilómetro, sino sólo unos 300 metros. A Fournier no le duelen prendas: "Se hará una selección natural del turismo. Se verá a quién le gusta, o no, Patones. Todos tenemos que meternos en la cabeza que esto es más bonito sin coches".
La opinión de François-Henry Fournier contrasta fuertemente con la de otra responsable de un restaurante, que pide anonimato. "Es inaudito que se permitan el lujo de prohibir el acceso a una localidad. Aquí hay muchos que creen que el pueblo es suyo". Esta mujer considera que el Ayuntamiento debería solucionar el problema. "Lo que no puede hacer es, ¡hala!, cortar el tráfico y decir aquí no sube nadie". Ella considera que la medida causará fuertes perjuicios a los negocios instalados en el pueblo. En Patones de Arriba también hay quien mantiene posturas menos radicales. Ricardo Mencía, guionista que ha abierto una tienda de golosinas y artesanía, analiza pros y contras: "Veo muy bien que no dejen entrar con los coches; pero aparcar muy lejos perjudicaría"Mencía cree que la solución estaría en allanar un lateral de la carretera para permitir el aparcamiento en batería. "La gente que tiene negocios, y me incluyo aunque el mío es muy modesto podríamos participar, porque nos beneficiaría". Cree que el Ayuntamiento no tiene suficiente dinero para acometer la obra que el Gobierno regional tampoco se preocupa por Patones "Este es un pueblo protegido, resulta que está hecho un asco"
Monumento protegido
Desde la Comunidad de Madrid el director general del Patrimonio Cultural, Miguel Ángel Castillo, afirma que la medida puede ser controvertida, pero no duda de sus efectos positivos. "El Ayuntamiento está en su derecho de prohibir la entrada en coche. Seguro que los que ahora más se oponen a ello, con el tiempo serán los máximos defensores de la restricción", afirma.
Castillo pone como ejemplo el cierre al tráfico de la calle Mayor de Alcalá de Henares "Al principio, hubo mucha protestas de los comerciantes; y ahora están encantados". No obstante, considera "conveniente" crear aparcamientos disuasorios que favorezcan la llegada y el paseo por el pueblo ya reconocido como conjunto histórico y que, en breves fechas, obtendrá formalmente su declaración como tal.
Patones, a patita.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.