Short y Timman abrirán mañana, en El Escorial, una nueva época
La destrucción de la antigua Unión Soviética, el ocaso del ruso Anatoli Kárpov y la creciente popularidad universal del ajedrez han propiciado que dos occidentales disputen la final de los candidatos al título mundial, en posesión del también ruso Gari Kaspárov. El británico Nigel Short, de 27 años, y el holandés Jan Timman, de 41, mantendrán un duelo a 14 partidas desde mañana en San Lorenzo de El Escorial (Madrid). El vencedor será multimillonario.
La tensión mostrada por Timman desde que llegó a Madrid -no le gusta ninguno de los hoteles ofrecidos por la organización y no quiere asistir hoy, a una cena de gala- está, probablemente relacionada con su situación vital. A su edad, es muy difícil que tenga otra oportunidad de ganar tanto dinero en apenas un único año. Los premios suman solamente 24 millones de pesetas; de ellos, 15 serán para el ganador. Sin embargo, el verdadero objetivo es la bolsa prevista para el Campeonato del Mundo, unos 400 millones, lo que le hace mucho más rentable perder contra Kaspárov que ganar a Short.El holandés, acompañado por su esposa y su joven analista, Jeroem Piket, intenta llevar una vida espartana que choca con un pasado hippy y un temperamento lúdico. En el prólogo de su libro El arte del análisis recuerda cómo siguió a rajatabla un consejo del ex campeón Mijaíl Botvínik -"quince o veinte días de concentración al aire libre"- y se fue con sus ayudantes a una casa de campo para preparar su primer torneo de grandes maestros en 1971: "Durante tres meses vivimos como fanáticos de la salud".
La competición empezó con cinco derrotas consecutivas para Timman, que rememora exactamente su estado de ánimo: "Durante las partidas, lograba estar sentado a duras penas por la cantidad de energía que irradiaba mi cuerpo. Después, a un tenía fuerzas para dar varias vueltas corriendo al parque Vondel. Pero... ¿para qué? Decidí arrojar al vacío todos mis hábitos espartanos y volver a mi viejo estilo de vida insana. Inmediatamente, todo empezó a ir bien y logré un resultado razonable".
Short tiene varios puntos en común con su adversario: prefiere los placeres terrenales a los sacrificios que implica la gloria, su peculiar estilo es la antítesis de la ortodoxa rigidez que caracterizaba a los soviéticos y viaja acompañado de su esposa a los compromisos transcendentales. A San Lorenzo de El Escorial se ha traído también a su madre y a su hija con el fin de lograr el mismo confort mental que le permitió cerrar una época del ajedrez en abril, cuando derrotó a Kárpov.
El británico tuvo problemas escolares y deportivos quizá por el divorcio de sus padres. Abandonó la universidad y se convirtió en rockero hasta que se dio cuenta de que no debía desperdiciar su talento para el mal llamado "deporte-ciencia". Esa mentalización llegó al máximo cuando conoció a su actual esposa, Rea, de origen griego.
Short disfruta de una cualidad inestimable, la de sorprender a sus oponentes con jugadas raras, pero buenas. Esa virtud le será muy útil para volcar el balance de sus 35 enfrentamientos contra Timman: once victorias de éste, nueve suyas y quince empates. Si lo consiguiese, tendría la oportunidad de emular al estadounidense Bobby Fischer y de convertirse en el segundo occidental capaz de doblegar a los rusos.
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