Prohibidos por los demás
La gran innovación que puede incorporarse a la regulación del juego en nuestro país radica en que se ingrese en el llamado registro de prohibidos, no sólo por iniciativa propia como hasta ahora, sino a petición de terceros y con intervención judicial.
Una de las recomendaciones de la ponencia parlamentaria sobre el juego se orienta en este sentido; es decir, que no se prohiba la entrada en las salas de juego no sólo a aquellos arrepentidos que lo soliciten, sino, en casos graves, a quienes determine el juez a petición de los familiares, acredores, o socios del jugador. El director de la Comisión Nacional del Juego, Francisco Cruz, se muestra optimista en cuanto a su regulación, durante el año 1993, aunque no se sabe todavía el rango legal que exigirá ni sus previsiones concretas.
Francisco Cruz es extraordianarimente opaco en este terreno, aunque ofrece algunas realidades, sin nombres, para corroborar que la ludopatía se reduce "a pocos casos, pero dramáticos". Por ejemplo la esposa que protesta porque su marido sigue gastando del orden de 12 millones de pesetas diarios en el casino y tiene que informarle que hace meses su cónyuge solicitó ser excluido del registro.
O el ciudadano que un día pide que le prohiban la entrada en recintos de juego y meses después remite una carta pidiendo sanciones para el casino donde logró burlar la prohibicíon y en el que en una noche perdió tres millones de pesetas.
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