55 heridos leves en un choque de trenes en Atocha
El choque de dos trenes de cercanías en un andén de la estación de Atocha causó ayer 55 heridos leves entre los 250 pasajeros que viajaban en un convoy que llegaba desde Parla a las 10.05. Este tren se empotró en otro que estaba vacío y estacionado. Comisiones Obreras asegura que el freno de emergencia no tenía presión y que pudo retrasar la detención del convoy. Veintiocho personas fueron atendidas en tres hospitales
A José Ángel López, que tiene 26 años y que se dedica a vender pisos, le costó un buen susto que se le pegasen las sábanas ayer. Habitualmente toma el tren de cercanías en Getafe -a 13 kilómetros de la capital- a eso de las 9.10. Veinte minutos después está en Atocha.El jueves, unos amigos le hicieron regresar tarde a casa y ayer estaba en el andén de la estación de Getafe a las 9.45, media hora más tarde que cualquier día. Subió al primer vagón, como siempre, y se pudo sentar, había unos 80 pasajeros. A las diez, pasadas, ya estaba de pie junto a la puerta automática, el tren entraba en Atocha, despacito. "Noté el frenazo de siempre y luego el golpe", recuerda. Salió lanzado contra uno de los asientos, se golpeó en la rodilla izquierda y cayó al suelo.
Su vagón se había empotrado contra otro convoy y el movimiento lateral rompió incluso el pavimento del andén número seis. El maquinista había frenado desde 68 kilómetros por hora a 28 por hora, y aún más, según CC OO. En la prueba de alcoholemia dio cero. "Se descarta un error humano", dijeron fuentes del sindicato, que señalaron que el freno de emergencia "tenía poca presión y parece que por eso la frenada se hizo con lentitud".
Al levantarse, José Ángel, con una herida en la rodilla, se fijó primero en una mujer embarazada que no acertaba a hablar. Los cinco minutos que tardaron las puertas en abrirse se hicieron interminables. "Oí que lloraban, eran voces de mujer".
Frenar con la cara
Un hombre mayor había arrastrado la cara por el pasillo, sangraba, y uno más joven se había partido la ceja. José Ángel se ocupó de él -"se mareaba y se caía"- y de su mujer, que no hacía más que repetir: "Mira que pasarnos esto, si veníamos a comprar los reyes al crío". Cuando se abrieron las puertas, la gente salió quejándose, pero abandonaron el andén por sus propios medios.
A José Ángel le atendieron en el gabinete médico de la estación, como a otras 26 personas, a quienes, tras curarles sus heridas leves o examinar sus contusiones, les enviaron a casa. Otros 28 pasajeros fueron atendidos en tres hospitales (Clínico, Doce de Octubre y Gregorio Marañón). Por la tarde, según Renfe, sólo quedaba ingresado en el último hospital uno de los heridos, bajo observación médica.
Javier Villén, gerente de Cercanías de Renfe, decía poco después, mientras una decena de personas tomaba notas y examinaba la grasa negra sobre las vías, que no se sabían las causas. No relacionó la grasa con el accidente. "Está, como todo, dentro de la investigación", aseguró. CC OO, por su parte, sí critico que este tipo de maniobras se hagan sólo bajo la supervisión del mando de la estación, sin utilizar las señales.
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