Los refugiados bosnios se quejan de falta de duchas y de intimidad
Con la llegada de la mañana, ayer surgieron los primeros problemas en la colonia de refugiados bosnios del colegio Numancia de Leganés. Algunas familias han expresado sus quejas por la escasez de duchas, por tener que compartir las habitaciones y por la falta de intimidad. Una reunión vespertina estudió las protestas y aportó soluciones, aunque una de las familias ha dedicido regresar a Belgrado.Dinko Zugic, con larga barba y muletas, no se cansaba de repetir a los periodistas: "Denme una habitación normal, con ducha" y calificaba su residencia en Leganés de "tragedia para la bella España". Estas familias se consideran engañadas, ya que al salir de Belgrado, donde han pasado meses en casas de familiares y amigos tras salir de Sarajevo, les prometieron que irían a Málaga o Tenerife.
Dragan Kolev, que coordina este programa de acogida, ha pedido paciencia, al tiempo que recordaba la situación psicológica de estas familias. "Sólo hay quejas de un pequeño grupo", dijo ayer. "La mayor parte de los refugiados están contentos". Al explicar las causas de estas quejas, el representante bosnio señaló que traen de España la imagen de país rico y turístico.
Cerca del mar
Según fuentes municipales existen tres familias de cuatro y cinco miembros descontentas que ya expresaron su protesta antes de subir al avión, al conocer que su destino era Madrid, y no la costa. Uno de los refugiados insistía ayer en su deseo de salir cuanto antes del colegio Numancia o regresar a Belgrado.El Ayuntamiento intentará hacer habitaciones individuales y con ducha. Primero, se dispondrán para los matrimonios, en segundo lugar, para familias más amplias, y finalmente para grupos de dos personas. En total son 39 las familias alojadas.
Ayer, en el Numancia, muchos niños jugaban ya en el patio, los adultos trasegaban de un pabellón a otro y comenzaron los primeros chequeos médicos. Los voluntarios de Protección Civil iniciaban los contactos con sus nuevos vecinos, más por buena voluntad que por entendimiento idiomático. Por señales, y con bastante fortuna, conseguían entenderse. En brazos de su madre, Isbar, un pequeño de un año vestido con ropas del Unicef, reía a carcajadas con la gorra de uno de los voluntarios más jóvenes. Los responsables municipales comentan que les esperan 15 días muy difíciles hasta que la colonia se adapte a su casa por seis meses.
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