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El abogado que se autodefendió en un juicio por homicidio, condenado a un año

Gerardo Rayo Lombardo, el abogado madrileño que se sentó en el estrado, ataviado con su propia toga, para defenderse de una acusación de homicidio frustrado, ha sido condenado a un año de cárcel. Aunque estuvo acompañado del letrado Guillermo Salvá, Rayo intervino en el juicio y aseguró que había actuado en legítima defensa.De 26 años de edad y abogado en ejercicio desde hace varios años, Rayo se mostró ayer muy crítico con la sentencia: "Voy a recurrirla; es agua con vino. Prefiero que me condenen a los siete años de cárcel que me pedía el fiscal: no quiero regalos", afirma. Está dispuesto a llegar hasta el Tribunal Supremo. "Los hechos que considera probados el tribunal son tan escuetos como poco clarificadores".

Según la sentencia, sobre las cinco y media de la madrugada del 6 de diciembre de 1987 caminaban cuatro jóvenes por la cuesta de San Vicente, con dirección a la estación del Norte. Al llegar a la altura de Príncipe Pío, uno de ellos, Antonio José Romero Chaparro, se acercó al procesado "pidiéndole fuego y a continuación también tabaco". El procesado se negó a darle tabaco, por lo que se entabló entre ambos una discusión.

La sentencia no aclara quién, en ese momento, propinó un "puñetazo" al otro. "Fue él a mí, y no uno, sino dos", asegura Rayo. Sí dice el fallo judicial que, tras el golpe, Miguel María, hermano de Antonio José, que también iba en el grupo, se interpuso entre ambos para ver qué ocurría. Los otros dos jóvenes del grupo no intervinieron, dice el tribunal. "Los hematomas que me hicieron, y que se recogen en la sentencia, me los hicieron tres de ellos", replica.

"Debido a las circunstancias del lugar, totalmente solitario, sin transeúntes, y la hora que era, sobre las cinco de la madrugada", Rayo "temió que iba a ser objeto de ataque o agresión por parte de aquellos individuos". Sacó una navaja de pequeñas dimensiones "y pinchó con ellas dos veces a Miguel María en el pecho". Tardó en curar de las heridas 13 días. De no haber sido por la rápida intervención quirúrgica a que fue sometido, habría muerto, según el tribunal.

Escapada

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Seguidamente, salió huyendo, perseguido por dos de los acompañantes de la víctima. En la huida, el procesado fue atropellado por un vehículo, pero continuó la carrera y logró llegar hasta un taxi. Un policía de paisano que pasaba por el lugar le dio caza dentro de un taxi. "Me puso la pistola en la cabeza", evoca el abogado.

El tribunal deduce de las heridas provocadas a la víctima que hubo "ánimo de matar". No obstante, entiende que cabe aplicarle la eximente incompleta de legítima defensa putativa. También deberá indemnizar al herido con 700.000 pesetas.

Gerardo Rayo no tendrá que ingresar en prisión, ya que carece de antecedentes penales y a la pena puede aplicársele la remisión condicional.

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