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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La disputa sobre Hong Kong

EL VIAJE a Londres del viceprimer ministro chino, Zhu Rongji, lejos de facilitar una negociación sobre el conflicto surgido en Hong Kong, ha puesto de relieve que el Gobierno de Pekín está dispuesto a jugar todas sus cartas para impedir que prosperen las propuestas democratizadoras del actual gobernador de la colonia británica, Chris Patten.Según Zhu, no sólo las relaciones comerciales entre los dos países se verían afectadas, sino que Pekín podría, incluso, romper los compromisos aprobados en 1984 acerca de las condiciones del retorno de Hong Kong a la soberanía china en 1997. Esta dura reacción (tanto más significativa por ser Zhu Rongji un reformista dentro del equipo gobernante en Pekín) resulta completamente exagerada. Después de todo, lo que Patten propone es ampliar la representatividad de la Asamblea Legislativa de la colonia, pero sin modificar el hecho sustancial de que el poder hoy en Hong Kong está en manos de un gobernador designado por Londres y, a partir de 1997, de uno designado por Pekín. Los órganos elegidos tienen una función más bien de consulta o asesoramiento.

La rudeza de la reacción china a los cambios modestos que Patten propugna sólo se explica considerando el tipo de cambio que debe operarse en 1997 en Hong Kong, sin precedente en la historia, dicho sea en honor a la verdad. El anciano Deng Xiaoping definió el marco de ese cambio con su expresión un país, dos sistemas. Es decir, que Hong Kong deberá seguir siendo un centro capitalista financiero de primera magnitud a pesar de integrarse legalmente en un país socialista.

Para Pekín es fundamental que las cosas se hagan de esa manera y que Hong Kong siga cumpliendo el papel que hoy asume como puente entre la economía mundial y la economía china. El impresionante auge de las provincias meridionales chinas se debe en gran parte a su relación estrecha con la colonia británica. A la vez, ese auge económico capitalista lleva consigo una pérdida de control por parte del partido comunista y la aparición de nuevas fuerzas que, sin ostentar por ahora una definición política clara, tienen un peso creciente en la vida local. En esas condiciones, la integración de Hong Kong en China en 1997 -al margen de cómo se constituya y encaje con la estructura política interior será un estímulo poderoso para estos procesos.

En esa perspectiva, el Gobierno de Pekín no disimula su preocupación a encontrarse en 1997 con que los órganos elegidos en Hong Kong están dominados por los sectores más anticomunistas, ya que, en los acuerdos chino-británicos de 1984, Pekín se compromete a respetar esos órganos elegidos. Su composición, en las condiciones que han reinado hasta ahora, estaba más o menos controlada por Londres y Pekín. En cambio, rompiendo la tradición, las novedades de Patten pueden crear la situación que más teme Pekín.

Aún queda bastante tiempo para que el conflicto sobre Hong Kong, hoy en fase aguda, pueda tener una solución; quizá con concesiones chinas en otras cuestiones -como la financiación del nuevo aeropuerto- totalmente ajenas a las que hoy están en el centro de la polémica. En todo caso, es obvio que en el surgimiento de ésta ha jugado un factor personal: Patten no es un diplomático (como han sido siempre los gobernadores), sino un político conservador ambicioso que se está creando una popularidad con la defensa de una causa tan legítima como es la democracia, en Hong Kong o en cualquier otro lugar. Por otra parte, no es casual que el Gobierno de John Major esté hablando fuerte en sus relaciones con Pekín. En estos mismos días, EE UU y Francia han hecho oídos sordos a las quejas chinas al vender aviones militares a Taiwan.

Todo ello indica que Pekín, a pesar de sus grandes éxitos económicos y de su considerable poderío militar, está sufriendo cierto aislamiento en la escena diplomática internacional. El fin de la Unión Soviética ha dejado sin sentido el papel casi tradicional de enemigo de Moscú dentro del comunismo. Un papel que supo desempeñar en otras épocas con gran provecho.

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