"El embargo a Irak duele, pero no mata"

El enviado de la ONU Kevin San Louis cree que las sanciones garantizan la sumisión de Sadam

"Sabemos que el embargo daña a la gente más humilde, aunque es necesario decir que no la mata; pero sin esa herramienta sería del todo imposible conseguir el cumplimiento de las resoluciones del Consejo de Seguridad por parte de Sadam Hussein", asegura Kevin San Louis, jefe de la oficina de Bagdad de la Comisión Especial de la ONU y máximo responsable del equipo permanente dedicado a vigilar la destrucción del arsenal balístico y químico de Irak.

En una habitación del piso 171 del hotel Sheraton de Bagdad, convertida en cuartel general, y en la que se amontonan decenas de teléfonos, ordenadores, antenas parabólicas y cientos de cables, el funcionario de la ONU, de 40 años, asegura a EL PAÍS: "El principal responsable de la situación que vive el pueblo iraquí es su propio Gobierno, que apenas coopera, haciendo más complicado nuestro trabajo".Kevin San Louis se queja de que el régimen de Sadam Husein siga todavía, 20 meses después del inicio, de la guerra, con la misma dialéctica incendiaria de que la presencia de la ONU supone una "violación de la integridad territorial de Irak".

A finales de noviembre, la Comisión Especial de la ONU en Nueva York deberá evaluar si mantiene o suaviza las actuales sanciones por otro periodo de 60 días. Los informes diarios del norteamericano Kevin San Louis y el que realice el griego Dimitri Perricos, jefe de una delegación del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), actualmente en Bagdad, serán un elemento esencial en la decisión que adopte Naciones Unidas. San Louis asegura que el asunto dependerá del grado de cooperación real de las autoridades iraquíes.

San Louis, sin embargo, es poco optimista sobre un eventual levantamiento parcial y a corto plazo del embargo internacional contra Irak: "SI no hubiera sanciones, ¿qué razón tendrían los iraquíes para dejarnos entrar en un ministerio y revisar unos determinados documentos?", se pregunta. "Estoy convencido", subraya, "de que si Irak hubiera cooperado totalmente con nosotros desde el principio, el embargo ya se habría levantado".

La misión de la oficina permanente de la Comisión Especial es la de encontrar y destruir las armas balísticas y químicas de Irak y controlar que en el futuro Irak no reinicie un programa de rearme similar al de los años ochenta. El primer año de trabajo en Irak ha estado dedicado, esencialmente, a encontrar las armas.

Armas bacteriológicas

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Kevin San Louis asegura que algunos de los objetivos del segundo año ya se han empezado a cumplir durante el primero, como la destrucción de misiles Scud o del supercañón. La ONU asegura haber encontrado en Irak "una cantidad impresionante de armas químicas y bacteriológicas". Fuentes del equipo encargado de eliminarlas, dirigido por Garth Whitty, afirman que destruyéndolas a un ritmo de una tonelada por día se tardaría en acabar con todas las descubiertas hasta ahora 18 meses.

En los últimos días también se ha producido la destrucción de los centros de Tuwartha y Al Ethera, en los que se desarrollaba el programa nuclear iraquí.

La vida de los 50 miembros de la ONU que trabajan ahora en Irak es compleja y a veces peligrosa. Son atacados de forma permanente por la propaganda oficial, que les acusa de ser una "marioneta" de EE UU y les considera responsables únicos del sufrimiento del pueblo iraquí.

Los 50 funcionarios de la ONU que actualmente se encuentran en la capital iraquí nunca salen solos a la calle, van en grupos de tres o cuatro personas, y evitan caminar por determinadas zonas de la ciudad. Utilizan transmisores-receptores para estar permanentemente comunicados entre ellos. Cada cinco o seis semanas pasan tres o cuatro días en Bahrein, que, "aunque no es un lugar muy divertido, salir de aquí [Irak] supone un descanso mental importante", reconoce San Louis. "Allí al menos no hay esta tensión permanente".

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