Las entradas para el Festival de Otoño
Quiero felicitar al Festival de Otoño por la calidad de los espectáculos que nos está ofreciendo. Pero a veces se acuerda uno de ese centro soviético de investigación espacial donde se lanzaban cohetes a Marte, pero no había papel higiénico. Me refiero al sistema de adquisición de entradas, o, mejor dicho, a la falta de sistema, que convierte la asistencia al festival en una gincana.Primero, hay que desplazarse personalmente ("Pero no hace falta que venga usted", se apresura a aclarar la taquillera, "puede enviar a alguien". ¿A quién prefiere que envíe, señorita, a mi bisabuela, a mi mayordomo o a mi perro, que es listísimo?"). En París o Londres, las entradas se adquieren por teléfono -con tarjeta de crédito- o por correo -con un cheque- ¿Por qué no podemos implantar aquí el mismo sistema?.
Segundo, no sólo hay que ir a comprar las entradas, sino hacerlo por separado en cada uno de los teatros. ¿Por qué no se ponen a la venta todas las localidades del festival en un único lugar, sea un centro comercial, las oficinas de determinado banco o una taquilla central?
Total: tiene uno que desplazarse entre puntos tan distantes como la Puerta del Sol y La Vaguada, sin olvidar que cada teatro tiene un horario de taquilla diferente, que también varía el número de días de antelación con que se pueden adquirir las plazas, que no se reserva ningún cupo para vender el mismo día de la función y que, naturalmente, no se puede pagar más que con dinero contante y sonante.
Como se ve, es muy fácil; tanto que, para animar un poco el cotarro, de vez en cuando alguien aporta su granito de arena
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