El duro invierno de los Bush fuera de la Casa Blanca
George Bush y su esposa Barbara llegaron ayer a primera hora de la tarde al aeropuerto del Pentágono, procedentes de Houston (Tejas), tras quince días de ausencia dedicados al sprint final de la campaña electoral, un sprint que les llevó a recorrer seis Estados en el último día. Quince minutos después, los Bush cruzaban los jardines de la Casa Blanca, bajo el peso de la gran derrota del martes 3 y el próximo desalojo. El 20 de enero, Bill Clinton, su esposa Hillary y su hija Chelsea ocuparán la mansión inaugurada en el año nuevo de 1801 por el presidente John Adams.Bush es un actor de, grandes facultades cuando tiene el poder es decir, la presidencia. Ahora que la ha perdido, los pliegues de su rostro tienen marcada la crispación de los últimos, desesperados días de la campaña, cuando sus asesores, conociendo la magnitud del desastre que se avecinaba, se jugaron el todo por el todo mediante el ataque histérico contra el candidato demócrata. Barbara ya no es la primera dama sino la viuda de la presidencia perdida.
De aquí al 20 de enero, George Bush y su equipo colaborarán con Bill Clinton para la transferencia del poder. Despúes, según dijo en Houston, se dedicará al "negocio de los nietos", a pescar y a jugar al golf, mientras los arquitectos contratados erigen un espectacular chalé tejano en Houston. Miras en el 96
El vicepresidente Dan Quayle no tiene plan, excepto el de presentarse a las elecciones en 1996. Jim Baker, que a finales de agosto fue transferido del Departamento de Estado a la Casa Blanca para tratar de enderezar la ya torcida campaña republicana, prepara sus maletas para volver a Houston, pero aún no ha aclarado si volverá al prestigioso bufete familiar o descansará largos Meses en su rancho de Wyoming. También está con la mira en 1996.
Nicholas Brady, secretario del Tesoro, se iba todavía sin rumbo. Los demás miembros del equipo ya buscan trabajo. Ayer, los primeros en hacer las maletas eran los asesores de la campaña electoral.
La transición de poderes exigirá un traba o intenso desde las próximas horas. Clinton ha dicho que quiere conocer inmediatamente todos los detalles del estado de la nación, sin esperar hasta el mes de diciembre.
El acogedor Yellow Oval Room, decorado al estilo Luis XVI, que servía para las recepciones familiares y de jefes de Estado extranjeros, será utilizado una sola vez más: en las próximas Navidades, durante la despedida de los Bush y su perra Millie que, según el presidente, tan bien conoce los entresijos de la política internacional. 0 quizás la dejarán para que pueda impartir lecciones sobre política exterior a Clinton y a Al Gore, quienes según, señaló Bush en un mitin, saben menos de esa materia que la muy capaz Millie.
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