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Salidos del estanque

Muchos de los humoristas que se han hecho famosos en televisión empezaron en el Retiro

El parque del Retiro, sobre todo los domingos y festivos por la mañana, constituye la imagen más bucólica y risueña de Madrid. Y es así desde que, en 1868, Alfonso XII firmara la cesión definitiva del real sitio al pueblo. Muchos artistas, como Cansado y Faemino, Pedro Reyes y Pablo Carbonell, que saborean las mieles de la fama, comenzaron aquí su carrera. Ellos son los sucesores de ilustres faranduleros y aún albergan una atracción telúrica por el Retiro.

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Gentes de toda edad y condición pueblan este microcosmos feliz desde poco antes del mediodía. El Retiro es así. Gran parte de la responsabilidad de este desorden tan ordenado es de los cómicos y faranduleros.Aquí estrenaron muchas de sus obras Lope de Vega, Calderón y Rojas; aquí se organizaban mastodónticos festejos, como la corrida de toros que dio Carlos II, en la que se lidiaron 26 reses y murieron cinco personas; aquí actuó Farinelli, uno de los cantantes más famosos de todos los tiempos. En tiempos de Felipe IV, los madrileños se abstenían de pasear por los alrededores algunas noches: la reina María Luisa sacaba a sus guardias de Corps, que reclutaban obligatoriamente a los incautos con el fin de llenar el aforo del teatro.

El parque es un foro libre de artistas de todo tipo: hay música étnica, música clásica, pop, folclor, canción de autor, pasacalles de zíngaros con cabra, bailarines, mimos, saltimbanquis, titiriteros, malabaristas, teatrillos de puntapié....

Y pasó lo que pasó

Carlos Faemino recaló en el parque hace ya 11 años. Entonces formaba dúo con un guitarrista llamado Juanjo: "Hacíamos chascarrillos y coñas divertidas. Eran tiempos difíciles. En nuestro repertorio pasábamos con todo desparpajo de Paco Ibáñez a La ovejita lucera y el carro de Escobar".Pero en 1984 se topó con Javier Pozuelo, Cansado, y pasó lo que pasó. Comenzaron a ensayar sus esperpentos en Zarzalejo sin tener una idea muy clara de lo que iba a salir. "Pero sabíamos", dice Cansado, "que haríamos algo bueno porque la química y las vibraciones eran muy fuertes". El primer número que realizaron en el parque fue el de Los hermanos Benítez ' imitando monumentos. Los hermanos Benítez sigue siendo uno de los números más asilvestrados y desternillantes de su actual espectáculo. (Hablando de monumentos: aunque parezca mentira, a estas alturas del siglo XX todavía no existe un censo de estatuas del Retiro).

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Su fascinación por el parque llegaba a más. Pablo Carbonell confiesa que se infiltraba allí algunas noches para realizar lo que entonces se llamaban porquerías y hoy se denomina simplemente como hacer el amor. Faemino no iba allí para esos menesteres. Él vivía por la Casa de Campo, con había espacio más que sobrado para la lujuria. "De todas formas, el Retiro no es para la noche. Está poblado de sombras extrañas, de momentos inquietantes, de estatuas que nunca sabes si resucitan con la oscuridad", afirma Faemino abriendo mucho los ojos y simulando miedos cimarrones.

(También el Retiro es testigo de terrores. Ahí está para demostrarlo la estatua del ángel caído, erigida en 1880; al parecer, es el único monumento del mundo dedicado al diablo).

Durante la guerra de la independencia, las tropas napoleónicas realizaron aquí masivas matanzas. Tras la capitulación de 1812, las autoridades españolas se encontraron con un espectáculo desolador: los franceses habían arrasado las ermitas, el palacio, el teatro, los jardines).

Cansado recuerda a sus artistas predilectos del estanque: "Para mí, sin duda, los mejores malabaristas fueron los Trompichelli. Y Donald, el famoso Malo Malísimo".

Pedro Reyes evoca con especial admiración al Hombre-Orquesta. Carbonell se muestra pesimista: "A mí me parece que ahora está algo patético. Con Tierno era una ventana cultural. Ahora parece que es sólo para niños". Y lo dice con cierta mirada hacia su hija Carlota... Faemino, en cambio, piensa que sigue igual que siempre: "Al Retiro se sigue yendo a ser feliz y a encontrarse con la gente más dispar".

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