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Fumar era un placer

15 millones de franceses adictos al tabaco tendrán que encender el cigarrillo en solitario

Unos 15 millones de fumadores franceses tienen hasta el domingo para dejar el vicio o aceptar que éste ya casi sólo puede ser practicado en solitario. Desde el 1 de noviembre, encender un cigarrillo en cualquier espacio cerrado de uso colectivo será un gesto prohibido sancionado con una multa. Sin embargo, la aplicación de la ley antitabaco no será tarea fácil en bares, restaurantes y centros de trabajo cuyas reducidas dimensiones no permitan la creación de guetos para adictos a la nicotina.Los no fumadores se frotan las manos. "Ya sólo te quedan unos días", dicen a los parientes, amigos o compañeros que siguen ahumándoles. Cualquier no fumador podrá exigir la presencia de la policía donde alguien esté fumando. El responsable del lugar -el patrón del comercio, bar, restaurante o centro de trabajo- y el fumador serán sancionados. El primero tendrá que desembolsar entre 60.000 y 120.000 pesetas, y el segundo, entre 12.000 y 20.000 pesetas.

La ley, aprobada el 10 de enero de 1991 por iniciativa del entonces ministro de Sanidad, Claude Evin, invierte un centenario principio social y supone el paso de un régimen que autorizaba fumar, salvo excepciones, a otro que lo prohíbe, salvo excepciones. El principal derecho es el de los no fumadores a no ser intoxicados por el humo de otros.

La prohibición se aplicará en centros de enseñanza a partir de la puerta de entrada; en pasillos, salas de espera y andenes de aeropuertos y estaciones; en autobuses, trenes y aviones; en comercios de cualquier tamaño; en bares y restaurantes, y en empresas públicas y privadas. Es decir, en todas partes, salvo calles, jardines, patios y domicilios particulares. No obstante, la ley autoriza la creación de rincones para fumadores si están "bien identificados, aislados y ventilados".

Toda publicidad a favor del tabaco será prohibida desde el 1 de enero, sean anuncios directos o mecenazgo de actividades culturales o deportivas. La prensa escrita perderá unos 5.000 millones de pesetas de ingresos anuales.

Pero la guerra del fuego no está aún ganada por los no fumadores. El 40% de los adultos franceses son adictos, pese a que se les repita que, al año, 54.000 de ellos mueren por el tabaco y que 700 no fumadores fallecen por culpa del humo ajeno.

"Estoy hasta las narices de ese higienismo maníaco importado de Estados Unidos", dice un joven cliente del café Le Fontenoy. Al otro lado de la barra, un trabajador ya entrado en años anuncia: "Si quieren prohibirme fumar, me vuelvo al maquis". El patrón de Pactole, un restaurante favorito de François Mitterrand, milita en el Colectivo para la Defensa de los Derechos y las Libertades, que reúne a varias decenas de propietarios de restaurantes parisienses y que ha presentado un recurso contra esta ley.

Mientras el sector de las bebidas y las comidas se prepara para la resistencia, la compañía del Metro de París ha instalado 3.000 ceniceros delante de los torniquetes de entrada. En las grandes empresas se han comenzado a habilitar fumaderos al lado de los aparcamientos y los servicios.

La patrona del Fontenoy señala el rinconcito donde su marido atiende el estanco y apostilla: "¿Y cómo voy a prohibir a la gente que fume en un café-tabac?".Las discusiones entre fumadores y no fumadores van a ser allí muy duras en los próximos meses.

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