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El cáncer de mama y ovario en la misma familia, síntoma de una alteración genética

Milagros Pérez Oliva

Se sospechaba desde hacía tiempo que una parte de los tumores ginecológicos podían ser de origen hereditario pero por primera vez, un equipo de investigadores de la Universidad de Nebraska (Estados Unidos) ha establecido una clara relación entre una alteración genética concreta y los cánceres de mama y ovario. El descubrimiento de esta anomalía genética permite identificar las personas afectadas, que con el tiempo desarrollarán el tumor.

"Estos estudios abren nuevos cauces a la medicina en la lucha contra el cáncer, pero también plantean problemas éticos, porque aportan una información que puede tener muchas consecuencias", afirma Javier Magriñá, jefe de Ginecología de la Clínica Mayo de Scottsale, en Estados Unidos.Se calcula que aproximadamente el 10% de los cánceres de mama y entre un 5% y un 10% de los de ovario tienen origen genético. La identificación de la alteración genética asociada a estos tumores permitirá predecir anticipadamente uno de cada diez casos de estos dos tumores y tomar las medidas preventivas oportunas. "Si tenemos en cuenta que una de cada diez mujeres desarrollará con el tiempo un cáncer de mama, el descubrimiento tiene una gran importancia afirma Joan Magriñá.

"Cuando en una misma familia se den casos de cáncer de mama y ovario en mujeres con parentesco de primer y segundo grado", añade, "cabe sospecha que la causa de esos tumores se la alteración del cromosoma 17q. La alteración es fruto de una mutación de origen todavía desconocido, que da lugar a la producción de una proteína que desarrolla el tumor. En estos momentos es posible identificar la alteración del cromosoma, aun que no se haya iniciado el proceso cancerígeno".

El estudio norteamericano ha confirmado esta alteración en el 65% de las familias estudiadas en las que se habían producido varios casos de ambos tipos de cáncer. En uno de esos estudio se llegó a descubrir que 19 miembros de una misma familia sufrían la alteración genética mencionada y algunas de las mujeres afectadas tuvo que ser sometida a tratamiento psiquiátrico a causa del impacto psicológico que provocó en ella la noticia de que con el tiempo sufriría cáncer.

Problemas éticos

Como otras investigaciones de tipo genético, este caso plantea un problema ético adicional cómo tratar la información que se obtiene. En el caso del cáncer de mama es posible la prevención mediante la práctica de un mamografía periódica que permitirá descubrir el tumor con suficiente antelación como para que pueda ser tratado.Esta información precoz puede llegar a salvar la vida de la mujer. Pero algunas investigaciones indican que las mamografías pueden desencadenar un proceso cancerígeno en mujeres predispuestas. En cualquier caso, lo que no dice el resultado de la prueba genética es cuándo sufriría el cáncer la persona que sufre la alteración. Puede desencadenarse a los 40 años, a los 80 e incluso la mujer puede morir por otra causa antes de que el tumor se desarrolle.

Habría que colocar, por tanto, en un platillo de la balanza el riesgo de la enfermedad, y en el otro, la angustia por la incertidumbre, que puede durar toda la vida. "En cualquier caso, el resultado de la prueba debe ser confidencial y la decisión de conocerlo o no corresponde a la persona que se somete a ella".

Discriminación

La cuestión de la confidencialidad no es baladí. En un sistema de seguros libres como el que rige en muchos países, la posibilidad de que exista una prueba concreta que permita predecir quién es candidato a sufrir un tipo de cáncer puede alterar las condiciones de las pólizas. Las compañías podrían llegar a exigir la prueba, antes de contratar un seguro, lo cual se convertiría en una discriminación.El estudio de los antioncogenes es la parte más esperanzadora de la investigación sobre el cáncer, según Magriñá: "El cáncer se produce por la mutación de un gen, bien por causas genéticas, como la citada anteriormente, bien por la acción de un virus o un agente tóxico. Pero el organismo posee también unos genes supresores de tumores que bloquean la acción de los oncogenes. El primer gen supresor que se identificó fue el p53, que primero se asoció al tumor de retina y más tarde se comprobó que también estaba relacionado con el de mama y ovario".

Los investigadores han comprobado la ausencia de estos antioncogenes en personas que sufren cáncer. La indentificación de los antioncogenes permitirá plantearse en el futuro el objetivo de producirlos artificialmente.

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