_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

EE UU

Tradicionalmente se ha exigido a los aspirantes a la presidencia de Estados Unidos que carecieran de pasado. Bastaba con descubrir en la biografía de alguno de los candidatos una aventura extramatrimonial, una visita al psiquiatra, un suspenso en religión o en deportes, o un ensayo onanista, para que fuera triturado por su rival con el aplauso del pueblo americano. Si en esa recta final hacia la Casa Blanca aparecía un chivato de la época del cole denunciando que ya entonces se metía el dedo en la nariz o que tenía cierta inclinación a la tristeza, podía considerar perdidas las elecciones aunque contara con un programa razonable. En fin, que los candidatos al trono de Occidente tenían que presentar un currículo más plano que el electroencefalograma de Corcuera.Parece que esa tendencia ha empezado a cambiar de dirección con Clinton; de hecho, se le ha descubierto un lío de faldas, ha confesado haber acudido al psicólogo, hizo campaña contra la guerra del Vietnam fuera de su país, lo que equivale a ser un antipatriota, y, por si todo esto fuera poco, ha reconocido que un día se fumó un porro, aunque, eso sí, sin tragarse el humo, tampoco hay que pasarse. La verdad es que sólo le faltaba tener en su biblioteca el Manifiesto Comunista -sin haberlo leído, se entiende-, no ya para perder las elecciones, sino para que en otra época le hubieran expulsado del país. El pobre Bush no entiende nada; durante todo este tiempo se ha dedicado a meter su dedo acusador en estas rendijas para mostrar al público la porquería acumulada en el pasado de su contrincante, y el público, en lugar de volver el rostro tapándose las narices, ha llamado a su encuestador de cabecera para darse de alta en la lista del demócrata. ¿Qué está pasando en la metrópoli? ¿De qué forma influirá en nuestro progreso moral y económico?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_