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Alguien con trasfondo

"Alguien con trasfondo". Con esas palabras esbocé yo a Willy Brandt en Diario de un caracol. Intenté retratarle como alguien que "sólo con renuencia dice yo, y, sin embargo, no puede prescindir de sí". Ser amigo suyo supuso siempre tener que superar una cierta distancia: "Desde hace años converso con él, le escribo, nos prestamos mutuamente atención, forma mos frases juntos, no escatima mos el tiempo, el escaso tiempo. No sé si él sabe de mí más de lo que yo comunico. Antes de hablar de nosotros, hablamos de las cosas pendientes. Somos tan distintos que necesitamos una cosa a la que llamar nuestra...".Le debo mucho a Willy Brandt. Por él conocí los vericuetos reales e irreales de la política. Me impulsó a leer De mi vida, de August Bebel, y posteriormente, las tesis revisionistas de Eduard Bernstein. De la literatura que me conmovía a mí y que me obligaba a sedentarizarme conversamos raramente. Nos conocimos pocos días después de la construcción del muro, en una época marcada por una campaña electoral: el primer intento de Willy Brandt como candidato a la cancillería. Konrad Adenauer pronunció entonces un discurso en el que sellaba a su rival político con el estigma de enemigo, lo denunciaba como hijo ilegítimo y, además, como emigrante; un discurso vergonzoso, imposible de reparar, pues abrió abismos que se han mantenido hasta hoy.

Esa difamación estudiada y eficaz me movió a tomar partido y a ponerme públicamente del lado del difamado. Durante un viaje en avión, en un vuelo charter de Berlín-Tempelhof a Heilbronn, vi claramente con qué perseverancia el herido se empeñaba en esclarecer la verdad. Durante todo el vuelo en aquel avión de hélice dictó a su secretaria respuestas a la continuada campaña de difamación: el grupo de trabajo Kampfinger / Strauss se había puesto en funcionamiento. Habló de su tiempo como emigrante, de su actividad como periodista durante la guerra civil española en Barcelona, de su honra. Mientras dictaba se me hicieron claros la caída y el final de la República de Weimar. No se limitó a trazar las líneas del frente entre republicanos y falangistas, aprendí sobre todo en qué medida los comunistas habían debilitado, con sangrientas acciones de limpieza, la posición republicana mediante la liquidación de anarquistas, trotskistas y socialistas. Naturalmente, el arduo intento de Willy Brandt de restablecer la verdad fue inútil: la campaña asesina entonces urdida le acompañó durante un decenio e incluso más. Cuando el avión aterrizó en Heilbronn llovía. Fuera esperaban diputados de la agrupación local del SPD. Bajo los paraguas, un coro de niños cantaba a modo de salutación: "Ningún país más hermoso en esta época...". Un baño de contradicciones.

El viaje de esa campaña electoral del presente alemán comenzaba en el pasado. Cuatro años más quise que mi ayuda no fuera sólo indirecta. Junto a algunos estudiantes de la unión universitaria socialdemócrata y de la unión de estudiantes liberales, en una anticipación de la futura coalición social-liberal, organicé dos giras electorales que me llevaron, desde el comienzo del verano hasta el del otoño del 65, por 45 ciudades alemanas. Uno de mis discursos se titulaba Canto de alabanza a Willy. Hojeando ese texto archivado, encuentro líneas que hoy, al escribir la necrológica del amigo muerto, quisiera mantener: "Me conmociona el largo viaje de Willy desde Lübeck hasta Berlín, pasando por las distintas etapas de la emigración, porque en él se refleja, como en un espejo, una parte de esa historia de Alemania de la que estoy, aun sin haber participado en ella, orgulloso...".

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Sólo cuatro años después, al tercer intento, se convirtió en canciller. En aquella época monté, junto con otros amigos, la Iniciativa Electoral Socialdemócrata, con la que intenté motivar al espacio de la izquierda-liberal. Entonces, como en los años posteriores, se demostró, una y otra vez, la capacidad de Willy Brandt para dialogar con los in telectuales, su aptitud, rara entre políticos, para escuchar, su paciencia con nosotros, sabiondos notorios, y sus dotes para transmitir experiencias y conocimientos sin que resultase doctoral. La política del canciller Willy Brandt tuvo éxito mucho más allá de su dimisión, y, por eso, es todavía hoy, en una fase de decadencia de la cultura política, un patrón. Consiguió integrar como ciudadanos a la mayoría de la generación moldeada por la protesta estudiantil sin que tuvieran que renegar de una agitación molesta a la sociedad. Con el re conocimiento de la frontera occidental de Polonia, su política su puso un primer paso para el en tendimiento polaco-alemán. Sin su viaje a Moscú no habría sido posible relajar la relación entre los dos Estados alemanes. La Conferencia de Helsinki fue la consecuencia de su política, y con ella, el reconocimiento de los de rechos humanos por la Unión Soviética. Quien cuestione hoy ese logro de los socialdemócratas alemanes, o acuse al SPD de ha ber estabilizado el sistema comunista mediante una política de negociación, no ha comprendido que la posible unidad de Alemania mediante la unificación ha sido otro resultado derivado de la política de Brandt.

Su dimisión permitió a los, principales responsables de un affaire ampliado a caso de espionaje -por ejemplo, al mi nistro del Interior- seguir en sus puestos. A partir de ese tocar fondo se enumeran... los demás éxitos de Brandt pero también logros que quedaron sin consecuencias. Fue un presidente del partido incomparable, e incomparable fue también su lealtad frente a su sucesor. A través de él, el presidente, la In ternacional Socialista inició la actividad política. A una inicia tiva suya se debe el que Portugal no fuera expuesto, tras la re volución, a la ya probada receta de Henry Kissinger en Chile. Gracias a él, la Internacional Socialista colaboró activamente cuando, tras la muerte de Franco, la democracia española se encontraba en sus inicios.

Nuestro mundo superpoblado, marcado por la miseria y la injusticia continuada, hubiera podido recibir ayuda si los políticos occidentales hubieran tenido en cuenta el informe del presidente de la Comisión Norte-Sur. Brandt exigió un nuevo orden mundial justo favorable al Tercer Mundo. Demostró la relación existente entre la abundancia derrochadora occidental y la política de rearmamento de las dos superpotencias, por un lado, y la creciente pauperización y endeudamiento de los llamados países en desarrollo.

Cuando, en septiembre de 1973, tuve ocasión de oír en Nueva York el discurso de presentación de Willy Brandt ante los representantes de las Naciones Unidas, anoté algunas impresiones que se convirtieron concentradamente, más tarde, en poema: "Se juramenta solemnemente la Razón, / como si la inmaculada concepción, / algo, que ya no es discutido, / tuviera que ser afirmada solemnemente. / Sus advertencias tienen -él lo sabe- / como Tempos de papel sólo una corta utilidad. / ¡También el hambre es guerra! Una proclamación, tan cierta, / que retruena inmediatamente el aplauso...".

Este conocimiento, expresado sumariamente hace ya casi veinte años, nos ha alcanzado hoy de nuevo, y nos aterra, sin encontrar eco político.

Willy Brandt nos ha dejado. Su muerte deja en mí un sentimiento, ya no apaciguable, de abandono. Cuando cayó el muro y a los alemanes se nos regaló la posibilidad de una unificación, quizá con la frase "ahora debe crecer junto lo que es una misma cosa" desease la confirmación de su política. Sin embargo, todo estalla sin crecer junto. Divididos otra vez más, los alemanes se sienten extraños entre sí. Surge odio. Y aquella, barbarie, de la que tuvo que ponerse a salvo en la emigración el joven Willy Brandt, comienza a renovarse. Rememoro una imagen que esbocé de él en Diario de un caracol: "Tan pronto como da pasos, remueve el pasado, el suyo-nuestro-. las nobles piedras nacionales. Un percherón que sólo corre cuando se le sobrecarga. (En sus rodillas se asienta, cruje algo que quiere ser doblado; y al año siguiente, en Varsovia, en lugar de palabras, se postró de rodillas)".

es escritor alemán.

Traducción: Luis Meana.

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