El Partido Comunista Chino deposita sus esperanzas en los jóvenes fieles a Deng
ENVIADO ESPECIAL El Partido Comunista Chino (PCCh), que celebra en Pekín a puerta cerrada su XIV Congreso, ha decidido romper con una jerarquización fundada en la veteranía y la experiencia revolucionaria y ampliar sus criterios en la selección de candidatos. Cuadros entre los 40 y 50 años, fieles a las reformas de Deng Xiaoping, sustituirán en los órganos de dirección a los militantes octogenarios que difícilmente aguantan una sesión de trabajo intensa y admiten más recelosos que felices la apertura diseñada por el máximo dirigente chino.
La dirección comunista reunida en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín ha decidido concluir esta renovación sin tardanza a pesar de las resistencias de algunos destacados miembros, cuyo idealismo juega a la baja en la China que apuesta por las cuentas de resultados y la prosperidad a toda costa. El secretario general, Jiang Zemin, había advertido en el informe central del Congreso que era preciso "aplicar concienzudamente el sistema de jubilación y retiro de los cuadros y continuar impulsando el relevo y la cooperación entre los cuadros viejos y jóvenes". Según Jiang "a los cuadros retirados o jubilados hay que concederles efectivas atenciones en lo político y en su vida cotidiana, de modo que tengan a qué dedicarse y puedan gozar de una vejez tranquila".Los primeros que pasarán a retiro serán los ancianos cuya decrepitud ha aconsejado la instalación en la sede del Congreso de un completo equipo de reanimación cardiovascular y "las suficientes camillas. "Nuestra causa impone tareas pesadas, y nuestro camino es largo. Depositamos nuestra esperanzas en los jóvenes", dijo el secretario general. La nueva generación de dirigentes comunistas, con una aproximación menos ideologizada a la dinámica realidad nacional, deberá mantener una estrecha relación con los propietarios y empresarios de las zonas económicas especiales del este, colaborar en la promoción de negocios sin un enfoque político, y saber cómo tratar a los inversionistas de Japón, Taiwan o Estados Unidos.
Ha sido precisamente la entrada en escena de un poder económico regional cada día más fuerte el factor fundamental que posiblemente provoque un cambio sustancial en la correlación de fuerzas presentes en el Buró Político y el Comité Central del partido. Fuentes chinas manifestaron que el XIV Congreso del PCCh confirmará la tendencia observada en los últimos tiempos: el poder está pasando del centro a la periferia que catapulta la economía hacia índices de crecimiento superiores a los diez puntos. De acuerdo con este análisis, de los 23 miembros del nuevo Buró del partido seis procederán de Shanghal, Tianjin, Sinchuan, Shandong y Guandong, provincia esta última donde los comisarios políticos han sido desbordados por una avalancha de fervorosos capitalistas con carné del partido. La irrupción de los regionalistas en el Comité Central puede ser todavía más aparatosa. Deng Xiaoping , por otra parte, parece haber dado la orden de que los mejores y más jóvenes entre sus seguidores sean asignados a los secretariados del partido en las regiones que abrazan sin reservas la economía de mercado.
Reciciaje
El reto que afrontan los comunistas chinos para no perder su absoluto poder es grande y por tanto el reciclaje de la militancia se impone. Así lo aconsejan los documentos de trabajo en este aleccionador párrafo. "No sólo se debe intensificar el estudio político, sino también el estudio de la economía, de los avanzados métodos de gestión y administración, así como de la ciencia y la cultura modernas, trabajando duro por penetrar en lo que debe saberse del oficio y por llegar cada cual a ser hombre entendido y perito en su propia rama de actividades".
Siderurgia modelo
Concluido el lunes el discurso de apertura del congreso, los 2.000 delegados se encerraron en el Gran Palacio del Pueblo, y cerca de 600 periodistas nacionales y extranjeros, sumidos en una patética orfandad informativa, aceptaron mansamente la alternativa ofrecida. Una larga caravana de taxis, con un autobús de 60 plazas abriendo la marcha de penados, partió a las nueve de la mañana de Pekín con destino a una de las principales siderurgias chinas, Corporación Shougang, una especie de Altos Hornos de Vizcaya de dimensiones descomunales y 200.000 trabajadores.Los directivos de este complejo industrial de 104 plantas, que produce seis millones de toneladas anuales de hierro y acero y cubre Pekín de humo y hollín, detallaron a la prensa internacional los logros obtenidos con la aplicación de las reformas del camarada Deng. "A cada uno, según su trabajo", reza la consigna oficial, que, de ser aplicada con rigor, provocaría en este país no pocas muertes por inanición. "¿Cuántos trabajadores son despedidos por no cumplir?", le preguntaron al vicepresidente de la instalación. "Muy pocos", contestó. El programa de visitas, escalonado para no provocar un atracón informativo, continúa estos días con visitas a casas de té, librerías o subastas de arte.
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