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Manuel Marín quiere la cartera de Abel Matutes

A pesar de que la Comisión Europea se ha convertido en una institución criticada por Gobiernos y opinión pública por su supuesta obsesión reglamentista y su afán de poder, su renovación cuatrianual sigue originando la misma batalla entre los Doce para incitar al presidente Jacques Delors a colocar a sus comisarios en los puestos clave. A la contienda general se añade una específicamente nacional entre Manuel Marín y Abel Matutes, los dos españoles del órgano gestor de la CE. El primero quiere la cartera del segundo.

El Gobierno español manifestó ya en primavera al socialista Marín y al popular Matutes su deseo de que continúen a las órdenes de Delors, lo que ambos aceptaron, en la Comisión Europea que se estrenará en, enero. Marín, sin embargo, ha aprovechado el relevo en la cartera de Exteriores -con Francisco Fernández Ordóñez mantenía una tensa relación- para desarrollar en ese ministerio -se entrevistó con Javier Solana el jueves- y en La Moncloa una desaforada campana con vistas a recabar apoyos para ampliar sus competencias.Actualmente la cartera de Marín abarca la cooperación al desarrollo con los países del Africa subsahariana, Caribe y Pacífico, así como la pesca. A pesar de su importancia para España, el vicepresidente está dispuesto a prescindir de esta última actividad pero pide asumir todas las competencias que ostenta Matutes: política mediterránea, relaciones con América Latina y Norte-Sur.

En el entorno de Marín se justifica su revindicación alegando que es mucho más racional y efectivo reagrupar toda la cooperación que lleva a cabo la CE bajo una misma cartera, lo que ya se hizo en su día cuando el francés Claude Cheysson fue comisario. Entre sus adversarios se recalca, sin embargo, que está celoso del protagonismo social que la guerra de Yugoslavia, las cumbres iberoamericanas, etcétera, han otorgado a Matutes.

En apoyo a sus demandas, los partidarios de Marín aseguran que la dedicación de Matutes a su cartera deja mucho que desear -Delors se enfadó con él cuando en junio de 1991 se quedó en Ibiza en lugar de representarle en Yugoslavia-

Sostienen también que las duras críticas del presidente del PP, José María Aznar, contra la Comisión no deben ser recompensadas con el mantenimiento del vicepresidente de ese partido en una cartera tan vistosa.

Matutes no disimula su deseo de quedarse como está, pero, bromeaba en septiembre en Nueva York: "Los más interesados en que siga son mis clientes", es decir, los suramericanos, árabes y asiáticos. Los primeros lo han pedido colectivamente pero hasta los asiáticos han hecho discretas gestiones en ese sentido a pesar de que le acogieron con reticencias en 1989, porque, según la revista Far Eastern Economic Review, era demasiado proclive a Latinoamérica. "Me gustaría viajar menos", concluye un hombre que se pasa 70 horas mensuales en aviones.

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Aunque reconocen que Matutes no pudo llegar a tiempo a aquel viaje a Yugoslavia, sus colaboradores aseguran que el presidente de la Comisión considera a Matutes como un hombre conciliador y servicial que en numerosas ocasiones no dudó en bajarse de un avión y subirse inmediatamente a otro porque Delors canceló un desplazamiento y le pidió que le representase en la otra punta del mundo. Desde un punto de vista español, añaden las mismas fuentes, no deja de ser paradójico que un comisario perteneciente a un partido de oposición brinde una mayor colaboración al Gobierno que su colega socialista.

Las nuevas atribuciones de Marín a partir de enero dependerán en gran medida del eco que obtengan sus reivindicaciones en La Moncloa y en Exteriores, y de las presiones que, a su vez, ejerzan sobre Delors. En el otoño de 1988 el presidente Felipe González le pidió a Delors, durante un almuerzo, la cartera de Presupuesto y Personal para Marín. El. presidente de la Comisión le contestó que sólo estaría dispuesto a dársela a alguien con la categoría de José Borrell.

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