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El violador de Lugo había disfrutado de dos permisos antes de salir en libertad provisional

José María Real López, el presunto asesino de la niña María del Carmen Rivas, detenido el jueves en Padrón (La Coruña) gracias a la colaboración ciudadana, pasó la noche de ayer en la cárcel de Bonxe (Lugo), como casi siempre desde 1986. Además de los dos meses y medio que estuvo fuera desde que salió en libertad condicional, el presunto asesino de Maruchi había tenido con anterioridad dos permisos ordinarios, al cabo de los cuales, se incorporó a la prisión. Mientras, los vecinos siguen dándole vueltas al asesinato. Muchos piensan que el autor necesitó, más que un mero cómplice, un coautor.

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El que fue enemigo público número uno en Galicia durante 15 días llegó a Bonxe en plena noche. Aunque el mutismo del que hacen gala todas las instancias oficiales relacionadas con el caso incluye a la dirección y al personal de la cárcel, en el moderno recinto penitenciario se había dispuesto un complejo operativo de seguridad alrededor del recién ingresado para evitar la previsible reacción de sus ex compañeros, que, como en el resto de las prisiones, disculpan casi todos los delitos menos los de este tipo.Antes, durante unas cuatro horas, José María Real había sido interrogado por el juez instructor del caso, Miguel Ángel Pérez Moreno, en la Comandancia de la Guardia Civil de Lugo, ya que la prudencia no aconsejaba su traslado al Juzgado de Instrucción de Vilalba, la jurisdicción judicial en donde tuvo lugar el crimen. Incluso el furgón celular que lo transportó desde el cuartel de la Guardía Civil de Padrón fue sustraído a la curiosidad del medio centenar de vecinos y periodistas que lo esperaban en la, plaza de Bretaña donde está el acuartelamiento.

"Un joven muy moreno"

José María Real prestó declaración ante el juez y un fiscal asistido por un abogado de oficio. El mismo jueves por la mañana sí había sido interrogado en el juzgado Orlando González Vázquez, El Negro, el joven de origen cubano encarcelado desde hace una semana por presunto encubridor o cómplice de su vecino y amigo. Al parecer, Orlando alquiló para el principal sospechoso del crimen el coche Ford Fiesta blanco que utilizó para desplazarse a Vilalba y llevarse a María del Carmen desde la aldea de Goiriz donde vivía hasta el lugar donde la violó y mató, según se le imputa.

El coche fue la primera prueba tangible obtenida por las fuerzas de seguridad que investigaban el caso y había sido también la única pista a seguir, además de la relación de presuntos sospechosos por sus antecedentes en este tipo de delitos. Sin embargo, Pilar López, la prima de la niña que informó de las características del vehículo que casi la había atropellado en el camino a la casa de la víctima, momentos después de la desaparición, había descrito al conductor como "un joven de cabello y cara muy morenos" que le sonaba familiar, y tampoco había reconocido a Real López cuando le fue presentado el álbum fotográfico de sospechosos ni después al ser mostrada únicamente la foto del que ya era presunto autor.

Esto, junto con el conocimiento del lugar que necesitó el autor del crimen para cometerlo, da pie a vecinos y familiares de Maruchi para que sostengan que José María Real necesitó, más que un mero cómplice, un coautor.

Otros vecinos, los de las zonas rurales donde se produjeron en los últimos días intentos de aproximación a niñas que estaban solas (a veces confusos o magnificados, pero que han fructificado en un par de denuncias), esperan también que la investigación aclare los pasos de José María Real desde que visitó la casa de su familia en la capital lucense y desapareció. Los habitantes de las aldeas cercanas a Padrón conjeturaban ayer que podría llevar días en la zona y algunos recuerdan que desde hace una semana un joven moreno merodeaba por los caminos y llegó a pedir comida en algunas ocasiones.

Mientras, aquellos que propiciaron la detención comentaban ayer con cierta aprensión el protagonismo obtenido, sobre todo el gráfico, "por si sale y viene a por nosotros", así como la circunstancia favorable de que todo pasó en horas de oficina. En caso contrario, la llamada al cuartel habría sido atendida por un contestador automático, que al parecer compraron los guardias civiles con su propio dinero.

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