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El Barça se estrella en el muro noruego

ENVIADO ESPECIALLos jugadores y el entrenador del Barcelona tardarán en olvidarse de la hospitalaria ciudad noruega de Stavanger. Los 100. 000 habitantes del centro del petróleo del mar del Norte recordarán en sus sagas cómo su equipo de fútbol hizo honor a su nombre, Viking. Y los seguidores azulgrana seguirán durante meses haciéndose de cruces. ¿Cómo?, se preguntarán todos, ¿cómo un equipo que lucha por no descender en la Liga noruega ha convertido la primera eliminatoria en un trago casi venenoso para el campeón de Europa? Eliminar al Viking fue una especie de hazaña comparable a anteriores enfrentamientos históricos contra, digamos, el Juventus y el Kaiserslautern. El solitario gol de Amor en el encuentro de ida sirvió, y eso es lo que vale. Pero más de un cirio merecen Zubizarreta, que salvó un gol a falta de cinco minutos para el final del partido, y los delanteros noruegos, altos, veloces e imponentes, pero sin mucha idea y ninguna picardía. Entre todos convirtieron un casi prometido festival de goles en un par de partidos insufribles.

El Barça no supo romper el esquema e hizo sufrir. Ellos, los 11 del Viking, eran atletas: algunos, los más defensivos, corredores de fondo; otros, Meinseth, Storvik y Solberg, velocistas. Todos, soldados disciplinados. De fútbol, poca idea. El entrenador, Bjarne Berntsen, que completa su sueldo Pon el trabajo de redactor jefe del boletín del equipo, tiene un libro y cree en él. Y se aprende las lecciones. Como, por ejemplo: ante un enemigo superior, no soñar con grandezas, no intentar ganar a toda costa. Primero hay que desgastarles. Y no correr peligros innecesarios. Se puede salir de las trincheras, pero con billete de ida y vuelta. El heroísmo no suma. El contraataque controlado, en suma.

Estos mismos hombres son goleados regularmente en la Liga noruega. Necesitan puntos en su competición y arriesgan por ganar. Ayer, a punto estuvieron de picar. Se emocionaron al ver la facilidad con que podían llegar al área del Barcelona y decidieron en los últimos cinco minutos de la primera parte irse al ataque. Sus líneas paralelas se dislocaron, pero algo falló en el Barça.

Como un general, dispuso su ejército. Una línea de cuatro defensas y, menos de 10 metros por delante, una paralela de cinco hombres. Más adelantado, un explorador solitario, el fornido Ostenstad. Cuando lograban la pelota, la jugaban con sentido, buscando la sencillez.

Ante este prodigio se estrellaron los azulgrana. El esquema fue el mismo que maravilló frente al Atlético de Madrid y el Burgos. Sólo un cambio, Juan Carlos reapareció en su puesto natural, en el lateral izquierdo, y sacó del once al reconvertido Goikoetxea. Por lo demás, igual. Tres defensas, cuatro centrocampistas y, delante, Laudrup por la derecha, Stoichkov por la izquierda y Bakero como falso ariete.

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