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El perillán perfumado

Un falso recaudador de impuestos estafa medio millón a comerciantes del barrio del Pilar

Alejandro Torralba, de 33 años, temblaba el viernes como un flan: 40 trabajadores, la mayoría camareros, víctimas de su ingeniosa estafa, rodeaban y taponaban encolerizados el pasillo que da acceso a la sala de vistas del Juzgado de lo Penal número 25. Dos años antes, Torralba se había dedicado a visitar por su cuenta y libre albedrío, los bares del barrio del Pilar haciéndose pasar por inspector y recaudador municipal de impuestos. Tras alardear de un falso carné, que mostraba sin tapujos, decía: "En el servicio no hay papel higiénico; la multa es de 100.000 pesetas, pero si la paga ahora, en el acto, se queda en 15.000 pesetas y no tendré que levantar acta". Casi todos picaron. El fiscal le pide ahora ocho años de cárcel.

Los presuntos estafados -hombres, mujeres, jóvenes y ancianos- apenas dejaron un trecho al falso recaudador para que entrara el viernes a la sala de vistas. Cuando Sergio Bardera, uno de los afectados, le tuvo cerca arengó con ojos de sorbitados: "Miradlo, el hijo de puta, si lleva una colonia de 8.000 pesetas ... A ése lo mato... ".Torralba llegó al juzgado engominado y trajeado; siempre esquivo a las iracundas miradas que allí le aguardaban. Su notable corpulencia no acalló los sustanciosos vituperios que le dispensaron los comerciantes. Salvo cuando lo identificaron en comisaría, era la primera vez que le veían en dos años. Consiguió estafarles, con una locuacidad y convicción dignas de encomio, aseguraron, alrededor de medio millón de pesetas, en pequeñas cantidades, según ha calculado el fiscal del caso. Fue detenido a finales de ese mismo año por la Policía Municipal.

"El pan de mis hijas"

Sergio Bardera, dueño de una hamburguesería, exteriorizaba sin recato en el juzgado su animadversión hacia el apócrifo recaudador. El agente judicial trató de calmarlo, sin éxito. "Ese tío no se echa una colonia de 8.000 pesetas a costa del pan de mis hijas. Lo mato", repetía en voz alta. "Llegó a la hamburguesería [situada en el número 4 de la calle de Castilla] , pidió una cerveza y me enseñó un montón de carnés; tenía hasta de periodista. ¡Qué cara!", relató Sergio Bardera. "Luego dejó sobre el mostrador el de inspector de tributos y me pidió los recibos del Ayuntamiento. Me faltaba uno por pagar. 'Tengo que ponerle una multa, más el recargo; pero si la paga ahora sólo serán 11.000 pesetas", contaba también que le dijo. "Pagué".

Las fechorías de Alejandro Torralba no se centraron sólo en locales públicos. L. C., de 39 años, se reía de sí mismo el viernes mientras esperaba, entre el murmullo de los 40 afectados, el comienzo del juicio. "Se presentó casi de noche en mi casa con un recibo impagado del impuesto municipal de circulación de mi vehículo". "El documento era legal. Fue después", recuerda L. C., "cuando supe que había cortado con unas tijeras la letra pequeña del recibo, donde se decía que el dinero (5.500 pesetas) no podía hacerse efectivo a ninguna persona fisica". Como las otras 39 personas citadas por la juez, este trabajador también pagó su ingenuidad.

"Se presentó en mi bar mostrando un carné de inspector", relataba, por su parte, Javier Mollano López, otra de las víctimas. "Me dijo que tenía que pagar una multa de 250.000 pesetas porque no había papelera ni secamanos en los servicios".

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Tanto se asustó Mollano que se fue a un cajero y le entregó 26.000 pesetas. "Me dijo que, bueno, que con eso bastaba", evoca.

"Empezaba por mucho dinero y luego venía la rebaja", señaló otra de las afectadas. "Me pidió que le acompañara a los aseos para realizar la inspección; la policía me dijo después que, aunque hubiera sido un funcionario de verdad, no tenía que haberlo hecho", refirió.

La Fiscal del caso pide al recaudador un total de ocho años y tres meses de cárcel: cinco por suplantación de personalidad en relación con una estafa y otros tres años y tres meses por falsedad. Estaba previsto que el juicio comenzara a las once de la mañana del viernes, pero fue suspendido a última hora al renunciar el procesado a su abogado. "Desde hace tiempo estaba tirante conmigo; le había sugerido que, en su defensa, se sometiera a un examen psiquiátrico. Y ahora dice que quiere prescindir de mí", relató el letrado minutos antes de la vista.

Efectivamente, media hora después, el agente judicial salió a la puerta de la sala y anunció el aplazamiento del juicio. "Y tenemos que venir otra vez...", gritó uno de los citados. "El acusado ha renunciado a su abogado; si alguien no quiere venir, que sepa que no podrá reclamar sus derechos". "Es increíble: te estafan, pierdes toda una mañana de trabajo y encima te obligan a venir otro día...", se lamentaba uno de los camareros congregados en la puerta del juzgado.

"Por lo menos págueme uno"

A Ángel Mateos Sánchez, dueño de una cafetería ubicada en el número 58 de la calle de Villaamil, el supuesto impostor le sacó 6.200 pesetas. Más o menos así, explica Mateos: "Soy inspector del Ayuntamiento; aquí está el carné, y vengo a ver si está todo en orden". Tras una exhaustiva visita -"me revisó la cocina, los aseos; pidió la licencia fiscal, los recibos; todo..."- comprobó que Mateos no había pagado los últimos recibos de la basura, licencia fiscal y radicación. "Por lo menos págueme uno de los tres" le espetó amenazante Torralba; Mateos, ante la cuantiosa multa que se le venía encima, optó por pagar el de 6.200 pesetas.

Cuando se hacía pasar por inspector y ya se había hecho con el dinero, a muchos camareros les dijo: "Bueno, dentro de 15 días volveré, y si las anomalías del bar están subsanadas te devuelvo el dinero". Ninguno le vio más después, salvo Sergio Bardera, el dueño de la hamburguesería, quien se tomó la justicia por su mano. Horas después, al saberse estafado fue en su busca. "Le vi, por casualidad, justo cuando trataba de engañar a otra persona; allí mismo le pegué una paliza".

Sergio ha sido condenado por ese hecho a casi 200.000 pesetas de multa. El recaudador asegura que no ha sido una, sino dos, las palizas que le han dado. El día 10 de noviembre, a las 10 de la mañana, volverán a encontrarse todos de nuevo en el juzgado.

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