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Fracaso sin excusas de España en Letonia

ENVIADO ESPECIAL

España no pudo ganar a Letonia. Fracasó, por tanto, teniendo en cuenta lo que Javier Clemente dijo en la víspera. El seleccionador no pudo tener peor debú en un encuentro oficial. Sus jugadores no pudieron cumplir ninguno de sus tres deseos. Ni consiguieron un marcador abultado, ni ganaron, ni estuvieron bien.

El triunfo ante Inglaterra, que abrió las ilusiones del equipo nacional, fue un espejismo. España no jugó bien ante Letonia. El consuelo de que en Riga también empató hace un mes la campeona de Europa, Dinamarca [ayer igualó otra vez, 0-0, en Lituania], no es una excusa. Tampoco lo es el irregular estado del terreno, un aliado letón. Ésta fue la única previsión que acertó Clemente.

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La sombra de Islandia, donde España cosechó hace un año una de sus más sonoras derrotas, se vislumbró de nuevo. Janis Gilis, el responsable de Letonia, reeditó su sueño frente a los daneses. Sus pupilos festejaron, el empate como si hubiesen logrado una victoria verdaderamente histórica. España pudo comprobar desde los primeros compases que su planteamiento y su sistema no podían dar los frutos apetecidos, los dos puntos. Pero, a pesar de ello, no hubo modificación táctica en el césped ni tampoco en el banquillo. El par de ocasiones de gol que se produjo en el primer período correspondieron a Letonia, dato que lo dice todo. Los jugadores de Clemente se vieron obligados a rematar desde lejos, con lo que facilitaron la defensa contraria. También intentaron los centros largos, que siempre se estrellaron en la gran envergadura de la cobertura local.

Además, Fonseca y Bakero los dos españoles más adelantados, se dedicaron con preferencia a jugar el balón hacia atrás para tratar de eludir la selva defensiva de Letonia y no perder la pelota cuando lo más racional habría sido procurar penetrar entre ella y superarla por velocidad.

Álvaro y Goikoetxea intentaron ser dos delanteros más, el primero por la izquierda y el segundo por la derecha, pero nunca pudieron con sus marcadores, que lo único que demostraron fue agresividad y preparación física. Sus posiciones por añadidura, dejaron reducida la presencia española en la zona ancha, lo que favoreció el contragolpe de Letonia y, con él, la angustia y el miedo ante un posible gol.

Letonia estuvo en un tris de marcar en el minuto 18, en un mal entendimiento entre Zubizarreta y Solozábal con Linards con la escopeta cargada, pero la acción acabó en córner. Lanzado éste, el mismo Linards no acertó a dirigir su cabezazo cuando su posición era prometedora. En el 35 el propio Linards rebasó incluso a Zubizarreta, pero se escoró demasiado y, sin ángulo de tiró, su remate pudo ser desviado por un defensa español.

El segundo tiempo fue una repetición del primero. Clemente mantuvo el mismo esquema. Las presencias de Amor y Alfonso no variaron en número ni en efectividad el ataque a la defensa numantina de Letonia. Sólo cambiaron una cosa: ya no hubo tanto miedo ni angustia en el banquillo español porque el rival demostró haber cumplido su cupo de peligro. El cuadro letón, en efecto, prefirió cerrar aún más sus líneas y, así, casi toda esta mitad se disputó en su parcela. De poco sirvió que Goikoetxea y también Martín Vázquez, que se pasó a la banda izquierda cuando Álvaro abandonó el terreno, intentasen atraer a los defensas letones porque no disminuyó el bloque de hombres que custodiaba el área de Karavaiev. España se limitó entonces a golpear con inútiles balones altos.

España tuvo sólo dos oportunidades en este periodo. Pero Alfonso malogró la primera por querer regatear al portero de Letonia y éste, en la segunda, acertó a rechazar el testarazo a bocajarro del madridista.

Los españoles, en definitiva, no pecaron de exceso de confianza, pues se habían aprendido la lección danesa, pero no supieron ganar ni superar las líneas defensivas de sus adversarios. No consiguieron ningún gol y así no se puede vencer, sino tan sólo fracasar.

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