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El Barcelona brinda una lección memorable

Santiago Segurola

Fútbol en estado puro: este Barça. Durante media hora brindó un juego memorable, la obra más hermosa que se pueda ver en una cancha. La clase, la habilidad y el instinto se armaron en aquellos instantes extraordinarios. Era el rondó grandioso, la aspiración final de Cruyff y de cualquier espectador con un gramo de sensibilidad. Cualquiera que fuera el resultado posterior, no podría superar el recuerdo de aquellos virtuosos del balón. Hubo incluso un intento de recuperación del Atlético, un rato fugaz para levantarse del noqueo. Pero esta vez el fútbol no guardó ninguna trampa. El partido quedó sin remedio del lado azulgrana. El Barça tiró de manual y comenzó a producir oportunidades ante un adversario moribundo. Marcó cuatro goles y abandonó por el camino 10 ocasiones infantiles. Tuvo abierto el libro de los récords el Barcelona, pero estuvo bondadoso ante Abel. Es lo mismo que padeciera esta debilidad: su juego fue colosal.El Barcelona jugó como si tuviera una cuenta pendiente en el Manzanares. La última temporada fue apabullado por el Atlético en un partido que figura en la antología rojiblanca. Luego llegó el célebre malabarismo de Abel y la inteligencia de Bakero para cazar la pelota y empatar. Pero el juego perteneció al Atlético, tanto que el Barcelona quedó corno un equipo vulnerable frente al juego agresivo y rápido. La respuesta del Barça fue ayer instantánea y tremenda. Cruyff se lanzó por la vía imprudente y colocó a Goikoetxea como lateral izquierdo para responder a las apariciones de los galgos rojiblancos: Futre y Aguilera. La nómina de defensas tradicionales se resumía en Ferrer y Koeman. Entre la gamberrada y el genio, Cruyff salió del Manzanares como un genio. Lo que es.

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El partido se ventiló en 10 minutos, los suficientes para que Stoichkov dejara a López como un guiñapo. Es el segundo partido que el central rojiblanco se hunde en su cancha frente a un jugador de categoría. Los goles del Barcelona vinieron por la calidad de sus jugadores. Guardiola, que dio un curso en la media hora inolvidable, encontró el tiempo y el espacio para destripar el fuera de juego que le planteaba el Atlético en el centro de la cancha. Abrió la pelota a la izquierda y surgió incontenible Stoichkov. López, al suelo; Abel, al piso. Y a la red. Un gol fantástico. El segundo fue más inglés: el pase desde la banda y la brusca aparición del búlgaro en el área. Se vivió entonces el momento cumbre del Barcelona.

El Atlético asistió como un inválido a la delicada forma de tejer y destejer pases de sus rivales. Con la pelota entretenida, el Barcelona elaboró el fútbol perfecto: el balón suyo, los apoyos rápidos, los desmarques certeros y la abrumadora sensación de poder en todas las líneas. El Atlético trató de achicar la cancha, con todos sus jugadores apretados en un espacio horizontal (le 20 metros. Trató Luis de congestionar el campo y se encontró con una respuesta inesperada de Cruyff: el Barça prescindió de la posición clásica del delantero centro y echó a Stoichkov y Laudrup sobre las bandas. Allá fueron López y Solozábal, y por ahí murieron los dos defensores. Los rojiblancos se descontrolaron por la contundencia ofensiva del Barcelona y por su jerarquía para guardar la pelota. López fue más lejos. Este jugador quiere hacerse un sitio en la galería de fundamentalistas ilustres, como Ovejero o Griffa. En su carrera con la trilladora tiene la complacencia de los árbitros. López cometió siete faltas gravísimas: a la tibia de Begiristain, brazo al cuello de Stoichkov, patada con repetición a Bakero, codazo a Stoichkov, caza al cuello del búlgaro y codazo al estómago, derrote al peroné de Laudrup y coz al muslo del danés. Salió indemne de la aventura, sin tarjetas, como un angelito. Dos de los mejores jugadores se quejaron y se fueron a la ducha por protestar: Futre y Stoichkov. Así cuidan los árbitros el fútbol.

Futre hizo todo por ganar y por perder el choque. Marcó después de una jugada espléndida y elevó la tensión de su equipo, que salió del estado de coma durante 15 minutos. Cayó el partido en una guerra sorda, de las que convienen al Atlético de Madrid. Koeman cerró la discusión con un pase cantado a Ferrer, que abrió de nuevo la brecha entre la defensa adelantada de los rivales. Stoichkov cerró la jugada con el pase a la red.

El delantero portugués eliminó cualquier posibilidad a su equipo con la expulsión. Sólo Futre había tenido desborde y rapidez frente a los defensores azulgrana. Fuera de la cancha, el encuentro tenía dueño. El Barcelona se encontró cuesta abajo, a pesar de la expulsión de Stoichkov. Le tocó a Laudrup, acudir a Sarajevo, es decir, al terrenito de López, y acabó como un trapo. Pero en medio dejó claro que es un futbolista maravilloso, un tipo majestuoso con la pelota, quizá el más luminoso en un equipo lleno de calidad, un conjunto que tiró 10 oportunidades en la segunda parte, sacó a Soler para ayudar al Atlético de Madrid, se marchó cantando cuatro goles y firmó una pieza maestra en el Manzanares.

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