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CRISIS EN LOS MERCADOS DE CAMBIO

La libra, a la deriva tras abandonar el SME

Enric González

El Reino Unido amaneció ayer sin política económica. La credibilidad del Gobierno de John Major era mínima tras 24 horas de pánico en que los tipos de interés cambiaron cuatro veces y se quebraron las dos promesas más firmes del ¡primer ministro: la pertenencia de la libra al SME y la paridad estable frente al marco alemán. En un intento de retomar la iniciativa, Major reimplantó de inmediato los tipos de interés previos a la tormenta (el 10%), anunció un próximo retorno de la libra al sistema y reiteró su apoyo al ministro de Finanzas. Pero la impresión es que la economía británica se encuentra temporalmente a la deriva. La libra se devaluó ayer un 10% respecto a su paridad del miércoles con el marco.

John Major reunió a los miembros de su Gobierno a primera hora de la mañana, en una sesión de emergencia destinada a evaluar los destrozos causados por el miércoles negro en los mercados monetarios. De la reunión no salió más que el anuncio de un inconcreto retorno de la libra al Sistema Monetario Europeo (SME) "cuando se den las circunstancias propicias" y la confirmación de Norman Lamont como canciller del Exchequer (ministro de Finanzas).Lamont fue incluso felicitado por la "celeridad y coraje" de su reacción ante la crisis de la libra. Tal felicitación puede interpretarse como una palmadita en la espalda antes del despido: Lamont acudirá como ministro este fin de semana a la reunión del Fondo Monetario Internacional en Washington, pero nadie cree que pueda seguir hasta la conferencia del Partido Conservador, a finales de este mes.

La cabeza de Lamont

Tanto la oposición laborista como la mayoría de los diputados conservadores piden la cabeza del canciller. Incluso Major se vería en apuros para mantenerse si hubiera en el partido tory una alternativa convincente. Por el momento, no la hay.

En cuanto al retorno de la libra al seno del SME, todo parece indicar que dependerá del resultado del referéndum francés. Si vence el sí y los mercados se calman, puede preverse el reingreso durante la semana que viene, con la paridad que los mercados le concedan por entonces.

La libra flotaba ayer en torno a los 2,65 marcos, un 10% por debajo de su antigua paridad media del miércoles con el marco (2,95) y un 5% por debajo de los 2,77 marcos que marcaban su mínimo dentro del Sistema Monetario Europeo.

Si el Tratado de Unión Europea aprobado en la ciudad holandesa de Maastricht fuera rechazado y arreciaran las turbulencias monetarias en Europa, Major podría inclinarse por imprimir un giro radical en su política y dejar a la libra en flotación por una larga temporada, lo que le permitiría relajar los tipos de interés e incentivar el consumo con dinero barato. Un primer paso en ese sentido fue la anulación de la subida de tipos aplicada el miércoles, con el consiguiente retorno al 10% vigente aquel día por la mañana, en un llamado con cierta sorna efecto yo-yo.

El gabinete de Major, que permaneció reunido durante tres horas, no consiguió encontrar una fórmula para retomar la iniciativa. El servicio de prensa de Downing Street insistió, durante toda la jornada, en las excusas ya utilizadas el miércoles para justificar la hecatombe de la libra: deslealtad del Bundesbank, inconsciencia y avaricia de los especuladores financieros y suma de casualidades.

Un portavoz de la oficina del primer ministro admitió que a John Major le hacía falta "un poco de tiempo para recuperarse de este revés", pero aseguró que permanecía "firme y animado".

Sube el paro

El panorama de la economía británica recibió la enésima pincelada sombría a media mañana, con la publicación de las cifras de empleo. El paro creció en agosto por vigésimo octava vez consecutiva y alcanzó el nivel más alto de los últimos cinco años. Con las 47.000 personas que perdieron su empleo durante el mes de agosto, los parados ya son más de 2,8 millones. El Ministerio de Empleo admitió que la situación es muy preocupante".

La bolsa londinense registró, sin embargo, una subida notable. Los analistas parecen atisbar un incremento de los beneficios empresariales gracias a la devaluación, que favorecerá las exportaciones al menos temporalmente, y una menor competencia de la deuda frente a las acciones por el previsible descenso de los tipos de interés.

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