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La gestión de los grandes sistemas de abastecimiento de agua

La sequía y su coincidencia con los primeros documentos de planificación hidrológicca en los que se define la estrategia con un horizonte de 10 y 20 años hacen de la gestión del agua un tema de actualidad y debate.

La escasez del recurso, su irregular distribución temporal y espacial, su cada vez mayor valor estratégico y económico, bien merecen esta consideración.Cuando nos referimos al agua para el abastecimiento a poblaciones debemos tener en cuenta algunas peculiaridades. La cantidad demandada no es muy importante, pero la claridad de las fuentes debe cumplir condiciones exigentes, la seguridad de disponer del recurso debe ser muy grande y la contaminación del retorno cuando ha sido utilizado es desproporcionada con la cantidad utilizada.

A estas características diferenciadoras me voy a referir.

La garantía. Entendemos como garantía la capacidad de respuesta del sistema de abastecimiento frente a la demanda, distinguiendo entre la capacidad de disponer del recurso demandado y la capacidad del conjunto y de cada una de las infraestructuras para aportarlo en el mismo instante en que es demandado en todos y cada uno de los puntos de demanda. (Adviértase el rigor de las condiciones).

Pues bien, la garantía de disponibilidad del recurso se mide con dos parámetros, la duración de los fallos en la oferta y la cuantificación del déficit en el periodo anterior. Los sistemas deben responder a las premisas exigidas en los planes hidrológicos, y como ejemplo en los avances de directrices se establece para el abastecimiento el criterio de que la demanda está satisfecha cuando: el 91 % de la demanda no presenta ningún fallo. El 9% restante puede presentar los siguientes fallos: el 100% en un año (equivale al 9% de la demanda total), el 150% en dos años (equivale al 13,5% de la demanda total) o el 250% en 10 años (equivale al 22,5% de la demanda total).

Cuando el comportamiento de los sistemas responde a estas premisas, la gestión del sistema es correcta, aunque exista déficit porque el mismo había sido previsto y admitido.

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La garantía de infraestructuras exige una sobredimensión en capacidad, de forma que todo el conjunto de instalaciones sea capaz de atender la demanda que se produce en un corto espacio de tiempo. También aquí hay que acotar los fallos de respuesta admisibles, porque, de no ser así, la sobredimensión de las instalaciones no tendría límite (imagínese el lector que todas las carreteras de un territorio tuvieran que ser capaces de mantener con fluidez el tráfico de cualquier hora punta de cualquier año). Sin embargo, el sistema debe tener holgura y ser capaz de mantener el servicio, aunque sea con menores prestaciones, en el supuesto de que algún elemento infraestructural quede inutilizado por alguna causa.

La demanda. El modelo matemático que representa la demanda es complejo, intervienen muchas variables: población, temperatura, pluviometría, nivel de renta, tipología urbana, tipología industrial, equipamiento doméstico, hábitos sociales, etcétera. La dotación (agua aportada a un área en un día medio por cada habitante residente en esa área) varía de un barrio a otro dentro de una ciudad, entre ciudades y núcleos urbanos dentro de una región, de una región a la colindante y de un país a otro. La demanda y su evolución debe ser conocida para hacer estimaciones a medio y largo plazo, corregida año a año en base a la evolución real y controlada. Los periodos de fallo y los déficit previstos en las hipótesis de garantía deben quedar cubiertos controlando la demanda, y por tanto hay que controlar los parámetros que la condicionan.

La calidad. A lo largo del tiempo y a través del abastecimiento se han atendido diversos usos: domésticos, industriales y públicos (lavado de viales, servicios contraincendios y riegos de parques y jardines), de forma que cada vez el uso doméstico tiene menor peso en la demanda. Resulta evidente que no todos estos usos son igualmente esenciales ni exigen ser servidos con agua de igual calidad. Es más, algunos de ellos es un despilfarro que se sirvan con agua potable, con un alto coste de proceso asociado que a nadie aprovecha. Por tanto, resulta evidente que la cobertura de los déficit previstos cuando llegan sea iniciada por la supresión de los consumos menos esenciales. En algunos casos es posible y deseable que estos consumos sean cubiertos por recursos de menor calidad (agua reciclada de depuración o de otras procedencias). Los planes hidrológicos contemplan estas alternativas.

El coste y el precio. La disponibilidad de recurso en la calidad y cantidad deseadas con tan alta garantía exige inversiones elevadas y costes de explotación crecientes. El servicio de abastecimiento de agua y saneamiento es un proceso industrial complejo y con algunas características "comunes a otros servicios públicos: intensidad de capital y demanda asegurada. El aspecto diferenciador esencial es que el producto servido no se produce, sino que se administra. Sin embargo, su tratamiento, transporte y distribución exige instalaciones complejas y costosas que implican crecientes costes en el servicio. A nivel nacional, este sector genera una actividad económica con gran responsabilidad. social.

Tendencia errónea

El precio promedio debe cubrir los costes del proceso, incluidos los de capital. La tendencia ya superada de subvenciones con cargo a los presupuestos públicos se ha demostrado errónea. El Banco Mundial dice a este respecto: "El medio más eficaz de fomentar un uso eficiente del agua es elevar las tarifas y cobrarlas. Como promedio, los hogares de los países en desarrollo pagan solamente un 35% del coste del abastecimiento de agua inmensa mayoría de los residentes de los centros urbanos quieren suministro en el hogar y está dispuesta a pagar la totalidad de su coste. Sin embargo, en casi todos los países se ha dado por supuesto que la gente no puede permitirse pagar el coste total, y, en consecuencia, se han usado los limitados fondos públicos para proporcionar un servicio deficiente a un número restringido de habitantes. Con ello se establece un círculo vicioso de servicio de mala calidad y escasa fiabilidad, y de poca disposición a pagar por él. Los pobres son los que más sufren en razón de esas mismas políticas que se supone habría de ayudarlos. Puesto que están excluidos del sistema formal de suministro, por lo general pagan por cada litro que compran a los vendedores de agua un precio 10 veces superior que el coste que supone la misma cantidad de agua corriente".

Como consecuencia del incremento de los costes del proceso, los precios tenderán a subir los próximos años. Sin embargo, el peso sobre el presupuesto familiar en España (0,3%) es el más bajo de Europa, y lo seguirá siendo. Cuando se estudia la elasticidad de la demanda con el precio, se advierte que es muy baja en el entorno de los precios de hoy. Por otra parte, es necesario laminar los picos de la demanda: no pueden construirse infraestructuras muy costosas para que funcionen algunas horas al año.

En casi todos los abastecimientos se aplican tarifas binomias con una cuota fija por disponer del servicio y otra variable que es función del consumo, diferenciado, además, éste por bloques de forma que se penalicen los consumos altos.

En la factura del agua, que tiene como base el agua servida y medida por contador, se recaudan alguna o todas las fases del ciclo, desde la captación hasta la colecta y depuración.

Tanto la administración hidráulica responsable de la planificación, ordenación y concesión del recurso, como los servicios encargados de su gestión tienen que asegurar las prestaciones deseadas en los plazos previstos y con los niveles de garantía predeterminados. Los planes hidrológicos recogen los planes y programas para ordenar el recurso a 10 y 20 años. Las empresas y servicios de abastecimiento y saneamiento deben aplicar la tecnología disponible, los procesos y los modelos de gestión adecuados, y así asegurar el nivel de servicio que la sociedad demanda.

Roque Gistau es gerente del Canal de Isabel II.

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