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Floro

Santiago Segurola

Disfrazado de vendedor de enciclopedias, la, figura de Benito Floro es cada vez más intrigante., Todo le descalifica para el mundo del fútbol, siempre tan clasista: el nombre un poco cómico, su apariencia plana, los trajes Cortefiel y el tupé a navaja, la sordera de trompetilla y el pedigrí flojo. Jugó poco y mal, se ganó fama de empollón en el cursillo de entrenadores y se dispuso a seguir la ruta marginal del banquillo por los campos de Levante. Comenzó de mala manera: le despidieron del Villarreal. Ahora está en el Real Madrid. Este hombre se ha saltado la lógica y es un misterio.Las opiniones están muy divididas. Los críticos le consideran un. tipo de laboratorio y un personaje sin artistas. Un globo a punto de estallar. Los admiradores le tienen por innovador, minucioso y tenaz. Casi un genio. El debate también es crudo entre los colegas. John Toshack, técnico de la Real Sociedad, ha dejado una frase genial para los íntimos: "Es un gran entrenador, pero no tiene ni zorra idea de fútbol". Con Valdano se ha enzarzado alguna, noche en una desagradable pelea de flechas sobre los manteles blancos. Y Clemente duda con sorna. No es normal que un hombre tan gris salga de un agujero negro, ocupe la silla de Chamartín y despierte tantas pasiones. Envidia o incomprensión. Talento o verborrea.

La incógnita se resolverá en breve. Floro ha salido de la nada para salvar al Madrid de una crisis histórica. Algunos dicen que su presencia es la prueba definitiva del hundimiento madridista. Otros confían en el genio oculto detrás de sus gafillas de oro. Nadie sabe cómo conseguirá manejar el Titanic de Chamartín. Por ahora se dedica a difundir términos como temporizador, canalizador y sistema, mucho sistema. Es difícil precisar qué existe debajo de esa palabrería difusa: la esencia del genio o la mentira del impostor.

El misterio Floro continúa.

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