_
_
_
_
Reportaje:

El miedo a la multa impone el casco

La mayoría de los motoristas se pone la protección para eludir las sanciones

El miedo a la multa convenció a los jóvenes para ponerse el casco. Desde ayer, éste es obligatorio para todos los usuarios de motos y ciclomotores en la ciudad. Muchos de ellos protestan y dudan de sus ventajas, pero Tráfico asegura quejas muertes de motoristas -460 en 1991- pueden reducirse a la mitad. La Guardia Civil y las policias municipales tienen desde ayer la misión de hacer que el millón de usuarios de ciclomotores que hay en España lleve casco. Pueden imponer multas de hasta 15.000 pesetas.La obligación de llevar casco no es nueva para los donostiarras: San Sebastián se convirtió hace ya dos años en la primera ciudad en la que por decisión municipal estaba prohibido circular con la cabeza descubierta. Los adolescentes pusieron entonces de moda la utilización de gorras de hípica -más favorecedoras que los cascos, pero menos seguras en caso de accidente- para circular. La costumbre ha desaparecido ya.

En Bilbao, el día soleado invitaba a circular con el pelo al viento, pero los conductores de cíclomotores cumplieron la ley desde el primer día. "Qué remedio queda", dice el propietario de un casco impecable. "La mayoría de los que usamos motos pequeñas para movernos por la ciudad no vamos a compramos un buen casco. Usamos un quitamultas, que deja la nuca descubierta, pero cuesta la mitad".

La presencia de motoristas con casco era también ostensible en Valencia. Alejandro, un mensajero de 19 años, afirmó: "Es el primer día que llevo casco para circular en el vespino. Lo veo ridículo". Luis, un administrativo de 36 años, dice que su calva es de llevar casco: "Es una inmoralidad que la reforma del código de circulación se aprobase el 15 de junio y la norma del casco haya entrado en vigor en septiembre". "Lo han hecho para vender todos los ciclomotores que se compran durante el verano".

Mientras, el Ayuntamiento de Alicante ha realizado una campaña publicitaria con el lema Así pasa lo que pasa referido a los conductores sin casco. Este lema ha sustituido al inicial y polémico de Sólo se matan los tontos.

Los motoristas sevillanos se encontraron una poderosa razón para aplicarse; la policía local desplegó 10 patrullas móviles. Y Pedro Pacheco entregó ayer el primero de los 4.000 cascos que el Ayuntamiento de Jerez, con la colaboración de un comerciante local, regalará durante este mes. En Barcelona, se veían muchos cascos. En Madrid, no. "Me he quitado el casco para fumar un cigarrillo", dice un joven en su Vespa, cerca de la Puerta de Alcalá. Su casco estaba dentro de la moto. A Pedro Rodríguez tampoco le gusta la idea de proteger su cabeza: "No me apetece llevar casco porque hace mucho calor", dice y acelera su moto, desafiando la sanción de 5.000 pesetas fijada en la capital para estos casos, aunque un policía, en la misma plaza, decía ayer que no había multado a nadie, "hasta dentro de una semana". Pero sus compañeros pusieron 53 sanciones en toda la mañana, cinco veces más que la media diaria de este verano.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_