Somalia y nosotros

Cuando en la televisión aparecen las terribles escenas de somalíes apenas convertidos en un montón de huesos, uno inconscientemente quiere pensar que eso no es verdad, que es una película o que al fin y al cabo deben estar acostumbrados a vivir así, que es su destino. Creemos que esta forma de pensar es en parte responsabilidad nuestra, que preferimos evadirnos de una situación tan angustiosa "de la que no tenemos culpa y ante la que no podemos hacer nada"; pero se debe también a la información parcial que ofrecen los medios de comunicación, que mencionan como causas únicamente la sequía y el caos que reina en el país.Somalia, país estratégicamente situado por su proximidad al canal de Suez, fue repartida a principios del siglo XX entre Italia y Gran Bretaña. En 1960 pasó a ser independiente y, al igual que sucedió en el resto de Africa, la división arbitraria de sus fronteras durante el dominio colonial ha ocasiona-

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do continuas migraciones y conflictos, bélicos con sus vecinos, Etiopía y Kenia, conflictos alentados primero por la URSS y después por EE UU, dado que el negocio de armamento está por encima de toda ideología. En 1980, se firmó un acuerdo militar con EE UU por el que se comprometían a suministrar armas con fines defensivos a Somalia por un valor de 40 millones de dólares, a cambio de que los aviones y submarinos nucleares norteamericanos pudieran usar la base de Berbera. Posteriormente, el FMI, para renegociar la deuda externa de Somalia, exigió al país unas medidas que supusieron el alza desmedida del coste de la vida y el fin de los subsidios a los alimentos (que Somalia importa, debido a la sustitución de la economía agrícola de subsistencia por monocultivos para la exportación en manos de transnacionales).

Por otra parte, el progresivo deterioro del medio ambiente producido por la creciente contaminación ha dado lugar a cambios climáticos, como el sobrecalentamiento de la atmósfera, que explicarían en gran medida la gravedad. de las actuales sequías. Todos los hechos que han llevado a la dramática situación actual en Somalia nacen directamente de decisiones tomadas por los países ricos de la Tierra. Ahora es necesaria la ayuda humanitaria, pero para poder actuar sobre la raíz del problema sería necesario introducir la ética en las relaciones internacionales. Si no queremos ser los causantes de situaciones como ésta, no podemos permanecer impasibles ante Gobiernos que las provocan o las apoyan. Posturas como la penalización a determinadas políticas gubernamentales con el voto en blanco, o el asociacionismo para contrarrestar el exceso de poder de los Gobiernos, son ejemplos de cómo el ciudadano puede actuar en vez de quedar impasible y con sensación de impotencia.-