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El penúltimo capitulo del 'culebrón' real

Más diálogos amorosos de Diana de Gales y una antigua aventura de la reina madre salen a la luz

Enric González

Los sinsabores de la familia real británica no tienen fin. Aún está vivo el escándalo provocado por la publicación de una supuesta conversación privada de la princesa de Gales, Diana, con un supuesto amante, James Gilbey, cuando ya se habla de una segunda conversación entre ambos, de contenido todavía más íntimo, presuntamente en poder de un diario sensacionalista. James Gilbey, de 38 años, ha negado que la voz qué suena en la primera cinta sea suya. Pero, al parecer, ha escuchado ya la segunda grabación y ha confesado a sus amigos -según el vespertino Evening Standard- que ése sí es él.Cada vez hay menos dudas sobre la autenticidad de la primera cinta, al menos en lo que a Diana de Gales se refiere. El palacio de Buckingham, que primero reaccionó con desdén, adoptó luego una actitud muy cautelosa. Los detalles del diálogo no podían ser conocidos por alguien ajeno al entorno de los príncipes, lo que destruye, en principio, la hipótesis de un montaje.

La difusión de las cintas ha suscitado comentarios jocosos -no es para menos, teniendo en cuenta que se llaman calamarcito uno a otro y se mandan besitos, amén de despotricar contra el príncipe Carlos-, pero también un serio debate sobre los aspectos legales de la publicación. De forma extraoficial, tanto la policía como distintos juristas coinciden en que no hay ilegalidad en "captar accidentalmente una conversación". Podría haber ilegalidad después, no en el hecho de su difusión, sino en su uso con fines lucrativos. The Sun, el diario sensacionalista que las publicó, se cubrió las espaldas anunciando que todos los beneficios obtenidos gracias a la exclusiva periodística serían destinados a obras de caridad. The Sun ha abierto una línea telefónica de pago, gracias a la cual, por un módico importe, se puede escuchar el, supuesto diálogo entre la futura reina y su amante.

El hombre que grabó la cinta, Cyril Reenan, un jubilado de 70 años cuya simpática afición consiste en escuchar las conversaciones de los demás gracias a un sencillo equipo que intercepta las señales de los teléfonos inalámbricos, dice no haber cobrado un penique y haber entregado la pieza a The Sun "para ayudar a Diana".

Al margen de lo que depare la anunciada segunda cinta, ayer hubo nuevo escándalo. Un ex guardaespaldas de la reina afirma haber visto a la princesa Diana "abrazándose y acariciándose" con su profesor de equitación, una mañana de 1989. El profesor no era Gilbey, sino otro, James Hewitt, un militar de caballería. El supuesto testigo afirma que los hechos se produjeron "a las siete de la mañana" y que "el caballo estaba solo mientras ellos se abrazaban sobre un banco".

Quien piense que todo esto es demasiado se equivoca. Porque el ultimísimo escándalo, publicado por la revista de izquierdas Socialist y recogido ayer por el diario The Guardian, afecta ¡a la reina madre! Parece ser que durante la II Guerra Mundial la reina madre, cuarentona por entonces, tuvo un apasionado romance con un joven soldado de ideología izquierdista. El soldado es ahora un profesor que permanece en el anonimato, pero, según Socialist, ha aportado "pruebas incontrovertibles" sobre la relación.

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