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La Bolsa española continúa como en suspenso, en parte porque los inversores no saben en qué datos apoyar sus previsiones y también porque la actividad institucional sigue actuando de colchón.A primera vista, podría afirmarse que este mercado no ha sabido valorar la recuperación que está experimentando Tokio, pero tampoco supo bien qué hacer con las caídas previas, lo que centra toda la atención en los problemas internos, a saber, la evolución de los tipos de interés y del déficit público y, consecuentemente, las reacciones de los inversores extranjeros a etos nuevos datos.
En consecuencia, es la sesión ha vuelto a acercarse al mínimo anual en contratación y apenas ha ofrecido aliciente alguno en cuanto a las cotizaciones.
La atención de los inversores se disipa en varios frentes, siendo el principal de ellos Wall Street, mercado en el que comienzan a centrarse casi todas las referencias del microcosmos inversor. La sesión termina con un negocio de poco más de 4.000 millones de pesetas en el mercado contínuo, de los que el 67% lo acaparaban 10 valores.
El índice general de Madrid gana al cierre un 0,2%, 42 centésimas, avance que en el Ibex 35 llegaba a alcanzar el 0,24%.
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