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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

ETA no quiere

EL COMUNICADO difundido ayer por ETA para decir que no quiere dejar de matar era innecesario: las dudas.que al respecto pudieran existir habían quedado despejadas la víspera en el aparcamiento del supermercado de Oiartzun. De esas dudas se había hecho portavoz Arzalluz al manifestar su convencimiento de que existía una especie de tregua tácita por parte de ETA. Su argumento era que matar es tan fácil que sólo la deliberada voluntad de no hacerlo podía explicar el sil encio de las armas durante más de dos meses. A la luz del crimen del lunes y el comunicado del martes, cabe deducir que, si bien es posible que la ausencia de atentados sea efectivamente consecuencia de que ETA no ha querido matar, ello no implicaba, como sugería Arzalluz, la existencia de una tregua de hecho destinada a crear las condiciones para la búsqueda de salidas a la violencia.Si esa voluntad hubiera existido, los jefes de ETA, quienesquiera que éstos sean y dondequiera que se encuentren, habrían esperado como mínimo hasta comienzos de septiembre: ése era el plazo que, según informaba el diario Egin el mismo lunes en que iba a producirse el atentado, había dado el PNV, en sus contactos con Herri Batasuna de la segunda quincena de julio, para comprometerse a "!xigir al Gobierno un contacto fisico con la organización armada". No se trata sólo, por tanto, del mensaje reiterado horas antes del atentado por Arzalluz, sino de una posibilidad que, según Egin, los jefes de ETA y Herri Batasuna conocían desde al menos un mes antes.

No hay duda, por tanto, de que alguien ha tenido un interés específico en evitar que el mes de agosto acabe sin algún muerto. No es ninguna novedad: cada vez que una posibilidad de salida se ha dibujado en el horizonte (incluso si se trataba de una posibilidad remota), cualquier otra consideración ha sido supeditada a la necesidad de reafirmar la vigencia indefinida de la lucha armada: lo único que resulta incuestionable para los pistoleros y quienes temen, con razón, que nadie les haría caso si ETA dejase de matar. Por ejemplo, esos portavoces de la Koordinadora Abertzale Sozialista (KAS) que a mediados de junio manifestaban en las páginas de Egin que, con negociación o sin ella, la lucha armada seguiría siendo imprescindible "mientras no se hayan logrado la independencia y el socialismo". Lo cual equivale a negar la posibilidad misma de cualquier salida.

A rzalluz conoce perfectamente esa realidad, tenazmente manifestada con ocasión de iniciativas como la de la Mesa por la Paz de 1983, las conversaciones PNV-HB de 1986, las negociaciones de Argel de 1989, entre otras. También sabe que, aun admitiéndola hipótesis de que ETA no ha matado estos meses porque no ha querido, seguramente no ha sido ajena a esa decisión la necesidad de los jefes de ETA de acometer tareas más perentorias: evitar ser detenidos por la policía francesa o española, reorganizar los canales de comunicación interrumpidos, sanear la infraestructura quemada, obtener el aval de la encarcelada cúpula anterior, etcétera. Dicho de otra manera: para alguien sin escrúpulos, matar (y,mandar que otros maten) es tan fácil que incluso una organización en desbandada es capaz de hacerlo. Pero reorganizar una banda cuando su centro ha sido desmantelado es mucho más dificil y laborioso. Por ello, lo más probable es que la suspensión temporal de los atentados no se haya debido a incapacidad material para hacerlo, sino al temor de que una escalada fuera incompatible con las tareas de reconstrucción de la banda.

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Al atribuir a ETA una voluntad deliberada de apaciguamiento, Arzalluz se ha guiado seguramente por ese principio más o menos británico según el cual para que un canalla se comporte como un caballero lo mejor es tratarle como si fuera lo segundo. Lástima que los jefes actuales de ETA y HB desconozcan ese o cualquier otro principio.

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