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La procesión de la Paloma convoca a miles de personas

La Virgen de la Paloma salió ayer en procesión entre los piropos y salves de las miles de personas que se congregaron en la zona. Unos hicieron cola antes para besar el cuadro de la Virgen, pero los bomberos prefirieron festejar a su patrona dejando caer espuma desde las escaleras de sus camiones en la puerta de Toledo. Con la procesión y la verbena se cerró una de las fiestas más castizas y populares de Madrid.

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Un sirio castizo

Por la mañana, ofrenda floral y misa. La iglesia abarrotada y entre los devotos, el agente de la Policía Municipal Miguel López, que hace pocos días regresó de Estados Unidos, donde se sometió a un complicado trasplante de médula pagado a escote por sus compañeros. La idea de invitarle fue del presidente del distrito Centro, Angel Matanzo. "El concejal tiene mucha fe en la Virgen y confia en que ella me curará", comentó el agente a Efe.También estuvo el alcalde, José María Álvarez del Manzano, al que la fiesta no le quita de la mente la angustiosa situación económica del Ayuntamiento. "Estamos estudiando la posibilidad de recortar subvenciones y limitar la actividad de determinadas áreas municipales", confesó.

A las seis de la tarde los que querían oír la misa previa a la procesión comenzaron a llenar la capilla de la Virgen de la Paloma. Victoria, la sacristana de la parroquia, tiene una voz preciosa y ésta es la mejor ocasión para escucharla cantar.

A pesar del calor que hacía en el interior del templo, muchos esperaban en la cola para besar el cuadro de la Virgen, un anónimo del siglo XVIII que, según la tradición, Isabel Tintero, una piadosa madrilefia, rescató de I.as manos de unos chiquillos que iban a arrojarlo al fuego.

Fritangas y sangrías

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En la puerta de Toledo se colgó otro cuadro que también repiresenta a la Virgen de la Paloma. Se trata de un lienzo de Goya, que aunque es mucho mejor que el anónimo, este último es el que el pueblo de Madrid venera desde finales del siglo XVIII.Los que no cabían en la iglesia se refrescaban con sangrías y limonás en los quioscos, entre los humos de las fritangas. Pero este año, junto a los churros, entresijos y gallinejas, se podía degustar un plato importado de Cataluña: pan con jamón y tomate.

Dos bandas de música, una de la Divisíón Acorazada Brunete y la municipal de Mondéjar, acompasaron el paso de la Virgen, escoltada por los bomberos vestidos de gala y una cohorte de chulapas y manolos. Los comerciantes de las calles cercanas a la de la Paloma sacaron el mostrador a la puerta y muchos de ellos cambiaron de mercancía: vendieron sangría o mojitos en vez de discos o accesorios para los aficionados al motociclismo.

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