Los sindicatos italianos sacrifican los salarios a la estabilidad política
El pasado viernes, el mayor sindicato del país, la Confederación General Italiana de Trabajadores (CGIL), firmaba la desaparición de la escala móvil -la adecuación automática de los sueldos a la inflación-, que la patronal ya no pagaba desde hacía meses. El secretario general de la CGIL, Bruno Trentin, claudicó ante el peligro de otra crisis de gobierno, pero dimitió de su cargo inmediatamente después.
Bruno Trentin no quería contribuir a la amenaza de una crisis política en un país que no termina de salir de ella y pretendía además evitar la ruptura de la unidad de acción con los otros dos sindicatos, CISL, de mayoría democristiana, y UIL, socialista, y la escisión del suyo, en el que, a pesar de la fuerte mayoría de los ex comunistas, hay una notable presencia socialista, que estaba a favor de las tesis del Ejecutivo.No obstante, Trentin entendía, y así lo hizo saber en su carta de dimisión, que haber tenido que aceptar la suspensión para 1993 de la negociación de convenios, entre otras modificaciones que no le admitieron en el protocolo firmado, significaba un fracaso, un riesgo de involución y peligro para la autonomía de la CGIL.
Todos han asegurado querer evitar la escisión en el mayor sindicato italiano. Los socialistas de la CGIL se han apresurado a decir que Trentin es insustituible para acallar a quienes sospechan que de su marcha son culpables no sólo el chantaje del presidente del Gobierno, Giuliano Amato, sino también la actitud del secretario general adjunto del sindicato, el socialista Ottaviano del Turco. Éste se ha guardado muy mucho de dimitir, pese a que había dicho que lo haría si se iba Trentin.
Resistencia comunista
Refundación Comunista, la parte del ex PCI que no quiso integrarse en el PDS de Achille Occhetto, ha convocado ya una manifestación contra el acuerdo Gobierno-sindicatos para el 12 de septiembre, y el propio Occhetto ha expresado sus peros al mismo, mientras alababa -como todos, por otra parte: Gobierno, políticos, sindicatos, empresarios- la dignidad de Trentin, cuya continuidad al frente de la CGIL se augura. Pero no todo el Partido Democrático de la Izquierda (PDS) se ha mostrado contrario a la desaparición de la escala móvil.
Uno de los padres de ésta, el histórico sindicalista Luciano Lama, ex secretario de la CGIL, ha escrito en L'Unità, periódico del partido, que el acuerdo entre el Gobierno y los sindicatos era "no sólo inevitable, sino necesario", dadas las condiciones de una economía en recesión, que produce paro, despidos y cierres de millares de empresas, y en la que, sigue Lama, "no se puede seguir cargando el saneamiento financiero de la ruinosa cuesta abajo en que se halla el país a el Banco de Italia". El presidente de la República, Óscar Luigi Scalfaro, se ha manifestado satisfecho por el acuerdo y ha reconocido que es a los trabajadores a quienes se ha pedido "un especial sacrificio". El di rector de La Repubblica, Eugenio Scalfari, decía ayer que, una vez más, se ha golpeado a los más débiles porque el coste del puesto de trabajo en Italia es desorbitado, pero lo que entra verdaderamente en los bolsillos de los trabajadores, añadía, está por debajo de la media europea.
Sube la bolsa y la lira
Tras el acuerdo firmado, la bolsa ha subido, la lira ha dado síntomas de recuperación y la banca de Italia ha bajado medio punto la tasa de descuento. Ahora lo que no se sabe es qué sucederá en septiembre, cuando abran las fábricas. El mantenimiento del poder adquisitivo, al margen de los avatares económicos, fue algo que nunca pudieron soñar otros trabajadores europeos y que los italianos disfrutaban gracias al altísimo nivel de afiliación sindical, inusual en otros países de Europa.
El fin de la escala móvil, tras 46 años de existencia, es el entierro de una de las mayores conquistas de los trabajadores italianos en los últimos decenios, pero también la causa del achatamiento generalizado de los salarios, que generé asimismo un motivo no secundario de los males de la economía italiana.
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