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BARCELONA 92

Las palmas ahogan los pitos

Las ovaciones del público asistente a los dos ensayos generales de la ceremonia de inauguración ahogaron algunos pitidos que llegaban desde las gradas contra el himno y la bandera de España. En el último de los ensayos, el pasado jueves, no hubo pitidos nacionalistas a la entrada de los reyes Juan Carlos y Sofía: su fingida aparición en el palco del estadio Olímpico se produjo de forma casi simultánea a la interpretación del himno de Cataluña.Fue a renglón seguido de Els Segadors, cuando el himno de España empezó a sonar a través de los altavoces, cuando los pitidos fueron más audibles. Pero los aplausos atronadores de la inmensa mayoría de los espectadores redujeron los silbidos a un indefinido fondo de agudos.

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Cuando el figurante que hacía la veces de Rey de España declaró inaugurados oficialmente los Juegos de Barcelona, se oyó de nuevo algún pitido, inmediatamente acallado por las ovaciones. De nuevo silbidos aislados cuando un atleta prestó, en castellano, juramento simbólico de respeto a los ideales del olimpismo; silbidos que se tornaron aplausos cuando una juez hizo, en catalán, la correspondiente promesa.

No hubo pitidos perceptibles, sin embargo, cuando el equipo olímpico español, con la bandera del Estado a la cabeza, portada por un replicante del príncipe Felipe, salió a la pista cerrando la parada atlética. El público aplaudió a rabiar -muchas veces en pie- al paso de los figurantes que representaban a los atletas españoles. También hubo aplausos para los equipos de Andorra, Croacia, Letonia, Lituania y Eslovenia.

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