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Reportaje:

Políticas de sacristía

Sólo una exigua minoría de curas vascos apoya el nacionalismo radical

Hubo en el País Vasco, durante la última guerra carlista, un cura bravucón y trabucaire, que se echó al monte para luchar por su religión. Desde aquel mítico cura Santa Cruz han sido varios los sacerdotes que en Euskadi han sentido la llamada de las armas y se han sumado a una especie de teología de la liberación étnica. Sin embargo, casos como el del arcipreste de Irún, condenado a tres anos de cárcel por un delito de colaboración con ETA, son sólo excepciones en el conjunto del clero vasco, que se identifica en su mayoría con el nacionalismo moderado y cristiano del Partido Nacionalista Vasco,

Pero en los últimos 15 años se ha operado una profunda transformación en el seno de la Iglesia vasca. La beligerancia nacionalista mostrada por el clero vasco en los primeros años de la transición se ha ido diluyendo hasta enquistarse en un pequeño reducto de clérigos -la Coordinadora de Sacerdotes de Euskalherria-, próximo a las posturas de Herri Bataluna.Casos como los de José Ramón Treviño, arcipreste de Irún, han sido aislados pero llamativos. Fernando García de Cortázar, jesuita e historiador, los considera fruto de "un vago moralismo romántico de procedencia cristiana, que a veces legitima la violencia". José María Mardones, sociólogo del Centro Supe.rior de Investigaciones Científicas (CSIC), va un poco más lejos y piensa que sus actitudes son fruto de "un déficit de formación y de espíritu crítico". Sus detenciones han servido como arma arrojadiza para aquellos que se empeñan en demostrar algún tipo de complicidad entre la Iglesia vasca y ETA, y a su vez, han sido manipuladas por el sector abertzale como una suerte de martirologio nacionalista.

Perfil ideológico

La Iglesia vasca siempre ha estado en el centro de la vida política del País Vasco, y el perfil ideológico de sus feligreses es un espejo del mapa electoral de Euskadi. Casi un 70% de los votantes del PNV se declara católico practicante, según un reciente estudio. Por otra parte, casi el 60% de los votantes de HB se muestra indiferente a la religión católica, y apenas un 10% se declara practicante.Según García de Cortázar, la evolución de las posiciones de la Iglesia vasca "ha coincidido con la evolución del PNV", partido que ha capitalizado secularmente el voto católico y nacionalista en el País Vasco.

Para Rafael Aguirre, teólogo de la Universidad de Deusto, en los primeros años de la transición hubo una "falta de valentía evangélica" para tomar postura ante el fenómeno terrorista. No en vano, hubo que esperar hasta 1981 para que los obispos condenasen a ETA por su nombre.

Quedan, sin embargo, el grupo de irreductibles sacerdotes abertzales de la Coordinadora, cuyos, órganos de expresión son la revista Herria 2,000 Eliza y el diario Egin. Este colectivo dice estar formado por unos 200 sacerdotes, aunque para Urrutia, la ese número habría que quitarle por lo menos un cero, y en el caso de Vizcaya podrían contarse con los dedos de una mano".

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La Iglesia ha ido perdiendo paulatinamente su influencia en la población vasca. El número de indiferentes a la religión asciende ya a un 31% de la población, a pesar de que, por ejemplo, en Vizcaya hay un sacerdote o religioso por cada 300 habitantes.

Por otra parte, la media de edad del clero vasco se eleva ya a los 61 años y no hay seminaristas que les sustituyan. Según Urrutia, "se podría provocar una auténtica revolución, con la introducción de laicos en posiciones de responsabilidad de la iglesia". Según un estudio de 1989, más del 50% de los "militantes de parroquias" votaban a partidos nacionalistas moderados, y uno sólo de cada cien lo hacía a HB.

Mientras, la posición de la jerarquía eclesiástica ante la violencia sigue siendo objeto de minucioso análisis. Los obispos se quejan de que sus palabras son observadas bajo una óptica política y no religiosa.

Como explica García de Cortázar, "el que no es creyente no tiene porque saber interpretar sus palabras en clave eclesiásica".

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