Disparos de láser en Leganés
Las instalaciones de Parque Sur estrenan el primer laserdromo de España
"Recuerden: está prohibido arrastrarse por el suelo, correr por el laberinto y hacer contacto físico con los demás participantes. Ahora, por favor, pongan las armas en alto y mantengan el gatillo apretado". Tras estas palabras, los participantes se introducen corriendo en la oscuridad en busca del rincón donde matar y no ser matado. En el Laserdromo de Leganés, el primero que se abre en España, todos se convierten en cazadores y furtivos durante siete minutos. Bastan una pistola de láser, la penumbra y los recovecos de un laberinto donde correr y correr.
Dos jóvenes informáticos de Manchester inventaron hace un par de años un programa, el Laser Quest, en el que 20 o 30 personas armadas de lanzadores de láser y con sensores aplicados a unos chalecos y a la boca de la pistola jugaban a alcanzarse. El juego fue un éxito y rápidamente se extendió por el Reino Unido, Suiza, Italia y Alemania. El primer local español, el Laserdromo, abrió sus puertas en Parque Sur (Leganés) hace una semana. En una carpa de 450 metros cuadrados, que el laberinto amplía hasta los 600, desde niños de seis años hasta ancianos de 75, con sus pistolas de láser al cinto, han jugado ya a esta nueva versión de la película La guerra de las galaxias.En la loca carrera del juego saltan a los pies las luces fluorescentes que indican el camino. Los Harrison Ford y las princesas Leila locales suben y bajan por rampas, tuercen esquinas, entran en pequeños cubículos en los que se abren ventanas de formas extrañas y giran sin descanso mientras los demás participantes acechan su paso para disparar a matar. En la oscuridad, cortada por rojas ráfagas de láser y brillantes figuras pintadas de magos y robots, surgen sombras que disparan con la esperanza de alcanzar cualquiera de los tres sensores luminosos, que, en la pistola, el pecho y la espalda, convierten a cada participante en una vulnerable diana.
La conquista de la torreta
Los más avispados encuentran el camino a la torreta y desde la altura apuntan como francotiradores a los corredores, que comprueban atónitos que los rojos rayos de la muerte llegan de todas direcciones: por detrás, por arriba, por delante. Hay quien se oculta para disparar y, pistola en mano, no sale de su escondrijo hasta que el juego ha terminado.Un disparo certero impide al alcanzado actuar durante siete segundos, mientras el hábil cazador huye en una oscuridad que roba las caras y los cuerpos. Algunos, sin embargo, insisten en seguir disparando al fiambre por más que éste grite irritado que está muerto. En el trasfondo, entre el humo artificial, suena música funky, máquina o bakalao.
Apenas se oyen voces: sólo el ruido de carreras precipitadas y algún que otro improperio de los alcanzados. Para que la gente no se desmande, dos chavales hacen de vigilantes mientras participan en el juego. "La gente siempre repite, y cuántas más veces entra, más juego le saca al laberinto. Y esto no ha hecho más que empezar: el siguiente paso va a ser colocar espejos en el techo y las paredes para que los jugadores puedan hacer carambolas de billar en sus disparos", comenta el dueño de la atracción, Ángel López.
Todavía hay más planes para el Laserdromo, que se estrena ahora en su fase más sencilla. De momento, todos juegan contra todos y los tiros son ilimitados. Pero en la siguiente fase se formarán equipos y habrá zonas de defensa en el laberinto. Y para hacerlo más difícil, los tiros serán limitados y se colocarán nuevos sensores en los hombros de los aguerridos jugadores.
La agilidad bélica de los participantes queda registrada por ordenador. Al finalizar el juego, te entregan una pequeña tarjeta en la que se indica si eres de los que atacan por la espalda o de frente, si prefieres arriesgarte o esconderte. "Las mujeres son más precavidas y prefieren guardar la munición; los hombres se hinchan a disparar", asegura Ángel López, que proyecta hacer equipos para competir en Europa.
El récord es hasta ahora de 738 disparos en 10 minutos. Los más dispuestos a batirlo parecen ser los futuros casados que llegan al Laserdromo para celebrar su despedida de solteros. Pero los cansados ejecutivos no se quedan a la zaga a la hora de apretar el gatillo. Pasen, corran, disparen y diviértanse.
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