Felipe, mi rival
Yo, que -lo admito con humildad- estoy secretamente enamorado de mi vecina y que hago por topármela en la escalera cuando vuelve de la compra (cosa que no me es nada difícil ya que es rutinaria como un reloj, además de convencional en los gustos y, todo hay que decirlo, vulgar en las preferencias), soporto con estoicismo que a mis continuas muestras de confianza responda hablándome obstinadamente bien del presidente del Gobierno."¿No ha visto qué 'c...' (sic) tuvo el Felipe en Sevilla [se refería, naturalmente, a aquello que dijo de que estaba allí 'porque le daba la gana'], y con qué contundencia se impone?", me espetó el otro día. Añadiendo, después de una breve pausa y una larga sonrisa: "... ¡Y cada día está más guapo!". Entonces pensé en el misterio de la erótica del poder.
¡Cómo ignora hasta qué punto me duelen sus palabras! Total, que al fin he tenido que convencerme de que está enamorada, también ella, de Felipe González. ¿Será ésta la base en la que se fundamenta su éxito electoral?.-
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