El Betis se juega su futuro en diez días
En diez días, el Betis tendrá que cubrir un capital de más de 1.160 millones de pesetas para culminar su proceso de conversión en sociedad anónima deportiva. Hasta ayer, menos de un tercio de esta cantidad había sido suscrita por socios y aficionados: 306 millones de pesetas. Tras consumarse su permanencia en Segunda División, la directiva ha lanzado un último SOS. Hugo Galera, pesimista siempre sobre la cobertura total del capital, era un manojo de nervios la noche del miércoles. Manuel Ruiz de Lopera, el adinerado vicepresidente, optimista siempre, reconoce ahora que el futuro del Real Betis está muy ligado al fracaso deportivo: "Si la afición nos abandona, esto se acaba".La supervivencia del Betis depende de un respaldo popular masivo. Y en poco más de una semana. Si el Betis no consigue vender casi 900 millones de pesetas en acciones hasta el próximo 30 de junio, la Liga de Fútbol Profesional obrará sin piedad. La deuda que arrastra el club, más de 3.400 millones de peseta, caería como una losa sobre un equipo de Segunda División B.
La directiva es consciente de que ya no sirven créditos de favor, como el otorgado por dos cajas de ahorros andaluzas por 308 millones para cubrir las últimas deudas con la Administración, que, a la postre, sirvió para hacer efectivo el ingreso del club en el proceso de conversión mercantil. Las acciones se suscriben, no se prestan.
Ascenso frustrado
El ascenso habría sido balsámico. Tras conocerse el resultado mínimo logrado por el Deportivo en la ¡da del partido de promoción (2-1), las colas en las ventanillas de venta de acciones se hacían interminables. En cuatro días, los aficionados suscribieron casi 100 millones de pesetas. Superar la eliminatoria el miércoles era la penúltima posibilidad de salvación del Betis. Además, de la forma en que la directiva ha venido pregonando como ideal: un alto capital social suscrito de manera atomizada.La última esperanza es que la inmensa mayoría de los títulos se concentren en unas pocas manos que arriesguen su dinero para comprar una empresa que, desde su nacimiento, está en una división deportiva escasamente rentable -a pesar de haber registrado buenas taquillas, el Betis terminará la temporada con un déficit superior a los 400 millones de pesetas- y cargada de deudas. La salvación política, como ha sucedido hace unas fechas con el Racing de Santander, cuyas acciones han sido suscritas en buena parte por el Ayuntamiento y el Gobierno cántabro, parece difícil. El Betis no es el único equipo sevillano, por lo que las instituciones públicas no pueden inclinarse por uno sin tratar de compensar al otro.
La realidad es que al Betis le quedan diez días de vida. O, lo que es lo mismo, necesita un mirlo blanco que ponga sobre la mesa 800 millones de pesetas. Casi ná.
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