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EUROCOPA DE FÚTBOL

Suecia tumba a una débil Inglaterra

GRAHAM TURNER, ENVIADO ESPECIAL

Graham Taylor hizo anoche lo innombrable. Obligó a Gary Lineker a abandonar el fútbol internacional en un triste silencio. Se fue sin ovaciones y sin despedida, sustituido por un técnico que ha llevado la selección inglesa desde el cuarto puesto en el Mundial hasta una penosa eliminación de la Eurocopa junto al otro favorito del grupo, Francia.

Según sus muchos críticos, el cuestionado seleccionador inglés ha seguido la filosofía de un colega suyo que en una rueda de prensa dijo "si meditas el suicidio es mejor que lo hagas tú mismo". Nada más ver la alineación inglesa, se veía venir el hara-kiri de Taylor.

Colocó al centrocampista Batty en el lateral derecho para frenar a Limpar en una defensa de cuatro en línea. Incorporó por primera vez a Wetib para echar el ancla en el centro del campo al lado de Palmer, el líbero de hace tres días. Delante de ellos, operaban Platt, Sinton y Daley que, a pesar de un peinado de "hombre escoba" se situó en la banda derecha para aprovecharse del débil lateral izquierdo Bjorklund. Esto dejó a Lineker solo en punta.

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Es decir, que Taylor volvió a revolucionar todas las líneas de su equipo. Además, ha provocado las iras de una nación al decretar con muy poco criterio la sustitución de Lineker en el minuto 64. Así puso fin a una carrera de 80 partidos internacionales de una forma mezquina y casi insultante en un momento cuando Inglaterra más necesitaba un gol suyo.

El sueco, Tommy Svensson, mantuvo el conjunto que había actuado con mucho empaque en los dos partidos anteriores. Suecia ganó con todo merecimiento e Inglaterra se despidió humillada y sin ganar un partido.

Después de tres minutos parecía que Taylor había malogrado su suicidio. Batty liberó a Lineker por ese vulnerable pasillo de Bjorklund y su centro, rematado contra la tierra en semifallo de Platt, acabó en la red. Después el partido entró en una fase estéril con dominio territorial de Inglaterra, algún tiro desde lejos por parte del capitán sueco Thern y muchas discusiones entre sus compañeros incapaces de frenar la entrada desde lejos de los centrocampistas ingleses que gozaban de mayoría numérica en la zona ancha.

En esos momentos parecía probable la clasificación inglesa. Pero Daley, dos veces, y Sinton desperdiciaron ocasiones muy claras y dejó la puerta abierta para la reacción sueca.

Ocurrió después del descanso. Sverisson optó por dar entrada al ariete Ekstroem en lugar del inefectivo extremo Limpar y Suecia en seguida empezó a crear situaciones de pánico.

Forzó saques de esquina en serie y el defensa Eriksson se convirtió en el máximo goleador del torneo cuando ganó el salto al jirafa Palmer para repetir el cabezazo ganador del partido contra Francia.

Luego vino el cambio de Lineker. Viendo que se mostraba el número 10, ofreció desde lejos el brazalete de capitán a Pearce y acabó tirándolo a tierra. Así se fue el símbolo del fútbol inglés en los últimos tiempos y con él se fue la dignidad inglesa. Su recambio, Smith, no tocó bola.

Suecia tardó hasta el minuto 84 para reflejar en el marcador una semblanza de justicia con una preciosa jugada de aproximación al área culminada con un deje de Dalílin para que Brolin tocara magistralmente por encima de Woods. Era una de la catarata de ocasiones creadas por un equipo entusiasta, sólido y que opera sin florituras de cara a la portería contraria.

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