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Los ataques italianos chocan contra el Banesto

El alemán Udo Bölts (Telekom) se impuso ayer en la etapa reina del Giro. Ramón González Arrieta (Festina) estuvo escapado en solitario más de 50 kilómetros, pero fue alcanzado a dos del final. El Banesto, equipo del líder, Miguel Induráin, funcionó como un bloque perfecto. Controló los momentos más difíciles en los 260 kilómetros de la jornada y dejó fresco a Induráin en la ascensión final a La Pila. Franco Chioccioli fue el único que atacó, sin fortuna, al "líder del ciclismo", como definió Echávarri al portador de la maglia rosa. Sólo queda una etapa de montaña.

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No hay más oportunidades

Franco Vona (GB-MG), tercero en la general, había quedado descolgado en la zona media de los 18 kilómetros del puerto de La PiLa, tercero y último de la etapa. Había acelerado su compañero Chioccioli. Tres kilómetros después, en un falso llano, Vona enlazaba con los cinco grandes -Induráin, Chiappucci, Chioccioli, Hampsten y Giovannetti-, de los que tiraba Tonkov. Vona se acerca a su jefe y habla conél. Inmediatamente el coppino se pone a cola y Vona acelera. La táctica de equipo se pone en marcha para atrapar a Induráin en la tenaza.Su formulación ideal: el navarro no puede dejar escapar a Vona, un hombre peligroso en la general, y, ya sin compañeros de equipo, debe tirar el solo de todo el grupo; entonces, agotado el líder por tanta faena, es el momento del ataque definitivo y el hundimiento de Induráin. Teoría. Las fuerzas estaban muy justas.

Locomotora

Práctica: Induráin, efectivamente, tira sólo de los grandes, pero éstos no reposan a su rueda. Van con la lengua fuera, atónitos y'sufrientes. Los kilómetros pasan. Como un soldado avanzado esperando refuerzos ante un enemigo superior, Vona mira atrás anhelando la llegada de Chioccioli. Malas noticias. A menos de un kilómetro quien llega es Induráin, locomotora, arrastrando un tren imantado a su rueda. Chiappucci y Chioccioli salvan su honor esprintando por delante del navarro en los últimos metros. Había pasado el segundo momento dificil para el líder. El holandés Breukink había perdido el Giro de 1987 a manos de Roche en esa misma cuesta. Claudio Chiappucci: "Ha sido imposible dejarlo". Induráin: "Como conocía el terreno he marcado el ritmo y he llegado cómodo".

Induráin llevaba una semana avisando sobre el peligro de esta etapa. Temía su longitud. Sus enemigos anunciaban ataques demoledores. Se subían dos puertos inéditos -San Pantaleón y Champremiere- antes de la ascensión final. Terreno propicio para ataques distantes.

El único que se mantuvo fiel a su palabra fue Chioccioli. Atacó fuerte en el Champremiere. Llegó a obtener 20 segundos. Induráin iba bien acompañado. "El trabajo de Armand [De las -Cuevas] ha sido fenomenal. Ha controlado y cuando Chioccioli ha visto que no se despegaba más ha dejado de insistir", explicó Echávarri, director del Banesto. Chioccioli, que ascendió al tercer puesto de la general: "Lo he intentado todo pero no he podido. El Giro se ha acabado para mí. Mañana [por hoy] intentaré simplemente ganar la etapa". Induráin: "El Giro no se ha acabado. Chioccioli ha sido el más atacante. El trabajo del equipo ha sido sensacional, aunque estamos todos con las fuerzas mermadas por tanto trabajo. La etapa de mañana [por hoy] será dura, difícil y selectiva". Echávarri: "Si alguien está fuerte, es el propio líder".

"Lo he pasado mal al final: se me ha caído el mundo". Ramón González Arrieta se escapó de buena mañana con un grupo de desheredados, entre los que marchaban José Ramón Uriarte y Javier Lukin, compañeros de Induráin, que se quedaron después para ayudar a su jefe. Los grandes consintieron y pronto cayeron los minutos.

González, de 25 años, era el mejor escalador. Parece un Ángel Arroyo joven, que aprende a marchas forzadas en un pelotón de importantes. Subiendo el Champremiere se aburrió de la compañía y coronó solo. Fue su error. Detrás había gente dura, resistente, como el alemán BöIts y el italiano Perini. Mientras el bilbaíno del Festina subía con un ritmo acelerado, aspirando también a la maglia blanca de mejor joven que portaba el ruso Pavel Tonkov -el venezolano Leonardo Sierra se había retirado- La ilusión le engañó y enmascaró su debilidad. La Pila se le hizo interminable. La bicicleta se le quedó entre las piernas y, a falta de dos kilómetros, Bölts, que había dejado a Perini, le superó fácilmente. Había intentado una hazaña superior a su capacidad. González no halló consuelo en la segunda plaza: "Lo bonito es ganar".

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