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El resultado electoral en Checoslovaquia pone en peligro la unidad del país

ENVIADO ESPECIAL La victoria de la derecha checa, representada por el ministro de Finanzas, Václav Klaus, en las elecciones de Checoslovaquia no va a garantizar el mantenimiento de la unidad del país, aunque descarte una dramática ruptura inmediata. Según los últimos pronósticos del instituto alemán Infas, el líder nacionalista eslovaco, Viadimir Meciar, partidario de la separación, consigue un 37,2% de los votos en Eslovaquia, porcentaje insuficiente para provocar una secesión inminente.

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Profundas grietas en la federación

El resultado de las segundas elecciones libres celebradas durante el viernes y el sábado en el país desde la llamada revolución de terciopelo, de 1989, en las que el índice de participación ha superado el 90%, ofrece, según las proyecciones, un retrato bastante preciso de la complejidad de la situación política. Hasta hoy a mediodía no serán dados a conocer resultados oficiales.En los territorios de la república checa (Bohemia y Moravia), los tres partidos nacidos del Foro Cívico y que apoyan de hecho la política conservadora practicada por Václav Klaus, consiguen hacerse con una mayoría que les permitirá seguir adelante con el duro programa de reformas económicas. Klaus, sin embargo, declaró anoche que no descarta una separación entre checos y eslovacos, aunque la primera carta que quiere jugar es "la construcción de una federación razonable" entre unos y otros. "Si no es posible, habrá que separarse de manera rápida y civilizada", precisó.

En Eslovaquia, los vencedores son la izquierda y los nacionalistas, que en el caso de Meciar pregona un izquierdismo populista partidario de una suave transición a la economía de mercado. La incógnita está en cómo conjugar en un mismo país dos políticas económicas tan diferentes.

Los resultados de las dos jornadas electorales dejan en el aire el calendario de la puesta en práctica de los planes secesionistas de Meciar y el destino del presidente Václav Havel, que aspiraba a un nuevo mandato presidencial dentro de escasas semanas. Pasa a la página 3

Meciar, árbitro de la situación checoslovaca

Viene de la primera páginaLos resultados parciales obtenidos del escrutinio de 300 mesas electorales confirman que el ministro de Finanzas checoslovaco, Václav Klaus, podría obtener cerca de ochenta escaños del Parlamento federal, lo que le convertiría en el primer partido del país, mientras que el Movimiento para la Democracia Eslovaca, de VIadimir Meciar, pasaría a ser el segundo partido de la federación y estaría cerca de la mayoría absoluta en el Parlamento eslovaco.

En.el Parlamento Federal, de los 99 escaños que corresponden a los checos, el partido conservador de Klaus obtiene un 30,3%; la Alianza Democrática Cívica del ministro de Economía, Vladímir DIovhy, un 6,1 %; y el Movimiento Cívico (OH) del ministro de Exteriores, Jiri Dienstbier, un 4,7%, por debajo del mínimo necesario para obtener representación. Aunque hay que tener en cuenta que son datos fruto de un sondeo en los colegios electorales y podrían variar.

Los comunistas checos (KSCM) sufren una derrota considerable al quedarse en un escuálido 13,8%; los socialdemócratas de Valtr Komarek, un curioso personaje que fuera asesor económico del Che Guevara, obtienen un 6,5%; la ultraderecha de Miloslav Sladek, cerca del 5%, al igual que los liberales y los democristianos, que se movían sobre el filo del 5%.

Pero un 37,2% de los 51 escaños eslovacos del Parlamento Federal se los lleva el Movimiento para una Eslovaquia Democrática (HZDS) del populista Meciar, el hombre que anunció la inmediata soberanía de Eslovaquia tras las elecciones, y los separatistas del Partido Nacional Eslovaco un 7,3%. Por su parte, los comunistas del SDL, también partidarios de la independencia, aunque incómodos compañeros de viaje, obtienen un 16,4%. Entre los tres superan de sobra la mayoría absoluta.

Eslovaquia independiente

Sin embargo, el Partido Demo crático Cívico, aliado del checo Václav Klaus y contrario a la separación, consigue un 4,1%, lo que no le permitiría, de confirmarse el porcentaje, estar presente en las instituciones eslovacas. El Movimiento Democrático (KDH) del actual presidente eslovaco, Jan Carnogursky, obtiene un pobre 9,1% y los socialdemócratas del líder de la primavera de Praga, Alexander Dubcek, con un 4,5%, no conseguirían representación.

Síntoma de los temores a una Eslovaquia independiente es la subida del Movimiento Democristiano Húngaro, el partido de la minoría magiar, que obtiene un 7,2%.

Una primera lectura de los resultados, aunque provisionales, permite pronosticar que las tensiones entre las dos partes de este país, hijo, al igual que Yugoslavia, del Tratado de Versalles con el que concluyó la Primera Guerra Mundial, no derivarán en una guerra civil como la que asola al país balcánico, pero tampoco impedirán que, aunque pacíficamente, el país acabe desintegrándose.

Brutales reformas

Los electores han dejado claro lo que ya se sabía: que en las tierras checas, tradicionalmente más ricas y más occidentales, el peso de las brutales reformas económicas se acepta con gusto. La victoria de la derecha es clara y el pobre resultado de los comunistas no hace más que confirmarlo.

En Eslovaquia, más pobre, donde las tradiciones son otras y donde el derrumbe de la industria pesada y de armamentos esmás notorio, sucede todo lo contrario. Meciar, un ex comunista reconvertido en populista, es quien mejor ejemplifica el estado de ánimo poco propicio al modelo de capitalismo puro preferido por sus vecinos.

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El enigma del presidente-dramaturgo

Entre las incógnitas que dejan los comicios está la de la posible reelección del presidente Václav Havel, que debe tener lugar en las próximas semanas. Si las relaciones personales entre Václav Klaus y Vladimír Meciar son excelentes, no sucede lo mismo entre el líder eslovaco y el dramaturgo convertido en presidente. Meciar ha sido el mayor crítico a la gestión de Havel, y este último no se ha recatado en apoyar, aunque indirectamente, a Klaus.Los eslovacos, de acuerdo con los resultados, tienen ahora en sus manos impedir la reelección de Havel. El presidente dijo que no veía con pesimismo el futuro del país, "siempre y cuando se confirmen las palabras sobre la voluntad de negociar y de respetar los procedimientos constitucionales que con tanta vehemencia pronunciaban durante la campana electoral los representantes de los partidos políticos más fuertes".

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