Enamorados del asfalto
El dinero dulcifica la visión de la capital
Juan Díaz Mauríño es cirujano, vive en Madrid con una doctora y gana más de medio millón de pesetas al mes. A su hija de ocho años le pusieron hace tres una navaja en el cuello, a sus 11 hermanos sólo los ve en los bautizos o en las comuniones, y sin embargo, todos esos problemas que genera Madrid los soporta a cambio del placer que supone vivir en una gran ciudad. Algo parecido le ocurre a Rosario Martín Caviedes, que dispone de dos coches y tres sirvientas, una casa de 300 metros cuadrados.
Rosario es presidenta de una empresa del BBV, tiene seis hijos, un marido que es director general de Yamaha Náutica y un sueldo que no se atreve a revelar. Cuando sale de su casa en el Golf GTI hacia la oficina de la Gran Vía, una asistenta ha preparado el desayuno para los seis hijos, y otra ha llevado a los menores al colegio. Una tercera empleada, que estudia cuarto de derecho, se encarga de llevar por la tarde a sus hijos a las diferentes actividades: plano, danza, teatro... Para ello, la aspirante a abogado conduce la furgoneta Ford Nevada del marido de Rosario.Rosario gestiona un capital de 600.000 millones de pesetas en su empresa, y cree que si tuviera más tiempo libre en Madrid haría lo mismo -dedicarlo por entero a sus hijos-, pero con menos tensión.
En verano, un apartamento en el Mar Menor es el que recoge a la familia numerosa. Una vez al año se escapa con su marido a un lugar tranquilo": Cuba, Florida, Madeira o cualquier otro sitio donde poder disfrutar de la intimidad que rara vez tienen en Madrid.
A veces comenta con su marido que sería bueno vivir en Albacete, pero la verdad es que están encantados con Madrid. "Para mí resulta maravilloso disponer de los mejores médicos del país, de profesores de idiomas para todos mis hijos, y llevarlos a una película nueva, porque, claro, el concepto de estreno también funciona en los niños".
A Remedios del Río, empresaria de San Pedro de Alcántara, un barrio marbellí con vida de pueblo, también le preocupa el tiempo. A pesar de que en dos minutos va en el coche desde casa a su oficina, su ideal es bien simple: disponer del dinero necesario para permitirse un mes de descanso total en su casa, en vez de tener que andar con un pie en Londres y otro en México o Suiza.
El tiempo parece ser el gran problema de todos. Juan Díaz Mauriño es traumatólogo del Gregorio Marañón, con 40 años, tres hijos y carné del sindicato CSIF. El fin de semana se permite el pequeño lujo de jugar al golf en el club Las Lomas.
En verano se va a la Costa Brava, y alguna que otra vez escapa a Chinchón o a Ávila. El resto del año, más que vivir, sobrevive en Madrid. Asume todos los defectos de la capital: a su hija de ocho años le pusieron hace tres una navaja en el cuello para que la sirvienta que la acompañaba les diera la llave de la casa. Tuvo que cambiar todas las cerraduras. El radiocasete del coche también se lo han robado alguna que otra vez, y a los amigos y hermanos sólo los ve de boda en boda. "No veo de dónde puedo sacar tiempo los días laborables para ir a algún sitio".
A cambio de ello, a Juan le reconforta trabajar en lo que él considera un centro de los más modernos en medicina. Su BMW tarda 20 minutos en trasladarlo desde casa al hospital. Es el mismo tiempo que emplea su colega en Albacete, José María Moreno, cirujano igualmente, en llegar al trabajo, pero andando.
Lo primero, la salud
Moreno, igual que su colega madrileño, tiene consulta privada; sale también por algo más de medio millón de pesetas al mes. Sin embargo, el de Albacete gasta 300.000 pesetas en dar carrera a sus tres hijos, que estudian en Valladolid. Lo uno por lo otro. Lo que ahorra en trasporte y vivienda se lo gasta el médico de Albacete en la educación de sus hijos.
El doctor Moreno cree que por encima de todo hay que cuidar la salud de uno mismo. Hace pocas semanas sufrió un infarto, y si de algo está seguro es de que tendrá muchas más posibilidades de que no le repita en una ciudad como Albacete que en la capital de España.
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