Hermetismo... de palabras
Corroborar lo que está pasando dentro del Biosfera II se ha convertido en una tarea poco menos que imposible, en parte porque los ejecutivos del proyecto recurren sin escrúpulos a demandas judiciales. El director de cine Louis Hawthorne, contratado para producir un documental sobre esta peculiar arca de Noé, fue demandado poco después de haber cancelado su contrato. Hawthorne sostiene que durante la investigación previa al documental averiguó todo tipo de informaciones que desacreditaban a la Biosfera II, y se negó a producir la pieza. Y Rocky Stewart, ex ingeniero de programas del proyecto, dimitió el día de la clausura, acusando a SBV de crear programas de ordenador que pueden ser manipulados para alterar los resultados de los experimentos. La compañía ha amenazado con demandarle si sigue hablando. A raíz de estos acontecimientos, todos los trabajadores asociados con la Biosfera II han sido obligados a firmar declaraciones juradas para no hablar con periodistas y para no demandar a la compañía.
Dinero y decisión
Ante todo esto, la pregunta que permanece es por qué los visionarios de la Biosfera II han logrado atraer a tantos científicos de renombre de instituciones como la NASA, la Smithsonian Institution, la Universidad de Yale, la Universidad de Arizona y los Jardines Botánicos Reales de Londres. Uno de los motivos es dinero. Con la vasta aportación del millonario Bass, los científicos se encontraron con que, de pronto, podían realizar sus sueños o probar sus experimentos, procesos que con fondos del Gobierno norteamericano hubieran tardado décadas en conseguir. Otro motivo es la determinación. Los biosferanos se lanzaron en esta aventura sin aprobación del Gobierno o ninguna otra institución; simplemente, lo hicieron. Para muchos científicos, éste es un espíritu irresistible y ya lo han comparado con la obstinación que llevó a Colón a descubrir América.
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