Sobre el hedonismo de los ochenta
"Conozco las opciones y todo el modernísimo dispositivo de instrumentos financieros; soy consciente de que su potencial alta rentabilidad resulta atractiva para muchos pequeños inversores, que se aburren de hacerse ricos lentamente y en vez de ello optan por empobrecerse rápidamente". La reflexión figura en el decálogo de Peter Lynch, el director de Fidelity, pero podría hacerla suya cualquier analista o intermediario con sentido mesurado del riesgo. Las contrapartidas dinerarias que exige una cartera bien administrada en Bolsa han liquidado muchos patrimonios, pero las alternativas de inversión aceleradas resultan más funestas.En momentos de indefinición, los mercados siembran mayor incertidumbre, pero nadie apuesta por las temeridades de los hedonistas años ochenta. Hoy, casi nadie confía en salvar una cartera depreciada reinvirtiendo su valor liquidativo -el precio de una potencial venta a la cotización del día- en divisas o pagarés de alta remuneración y riesgo.
Superadas las euforias aparentes de los últimos 15 días y descartada la suavización monetaria, el dinero disponible vuelve sobre sus pasos.
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