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Alemania se enfrenta a una huelga en los servicios públicos

Alemania se prepara para una huelga de los servicios públicos. Los tres millones de trabajadores dependientes del Estado acabaron ayer de votar la propuesta de los sindicatos del sector y todo parece indicar que el resultado -que se conocerá hoy- supondrá, a partir del lunes, la paralización del servicio de correos, los ferrocarriles, los transportes urbanos, los parvularios, los hospitales, la recogida de basuras y una larga lista de servicios que afectarán gravemente la vida cotidiana. Al mismo tiempo, la IG Metall anunciaba ayer "masivas huelgas de aviso" tras rechazar la propuesta de la patronal de una subida del 3,3%, que el sindicato considera "una provocación". Tras la derrota de las tesis gubernamentales el pasado mes de febrero, cuando la poderosa IG Metall -con cerca de tres millones de afiliados- consiguió una subida de un 6,4% para los trabajadores de las acerías de la cuenca del Ruhr y de Bremen, rompiendo la barrera del 5% marcada por el Gobierno, es ahora el Estado, como patrón, quien intenta imponer una subida de un 4,8% a los trabajadores públicos. Los sindicatos, que iniciaron la negociación pretendiendo subidas de un 9,5%, se conforman ahora con lo establecido por una comisión arbitral, consistente en un aumento de un 5,4% a partir de abril y una paga adicional de 500 marcos (31.000 pesetas), propuesta que rechaza el Gobierno.

De la gravedad de la crisis da idea el hecho de que la oposición socialdemócrata, o al menos una parte de ella, ha decidido apoyar al Gobierno en contra de los sindicatos. Pero no todo el SPD apoya al Gobierno. Para Rudolf Dressler, el vicepresidente del grupo parlamentario socialdemócrata, el Gobierno desea provocar la huelga "para encontrar así un chivo expiatorio a su errónea política financiera de los últimos dos años". Esta acusación coincide con la tesis de los sindicatos de que el Gobierno quiere hacer pagar la factura de la unificación a las clases menos favorecidas, mientras que el capital, que ha sacado grandes beneficios de la absorción de la antigua Alemania comunista, sigue aumentando sus ganancias.

Según Seiters, los sindicatos se niegan a reconocer las realidades económicas de 1992, que tienen al tesoro alemán enfrentado a un déficit público de casi un 7% sobre el PIB, una inflación que ronda actualmente el 4,7% y unas perspectivas de crecimiento no superiores al 1,5%. Según el ministro, la subida de un 4,8% ya añadirá al gasto público más de 15.000 millones de marcos.

El canciller, Helmut Kohl, interrumpió sus vacaciones de Pascua para pedir sacrificios y anunciar que propondrá una reducción de un 5% en los salarios de los miembros de su Gobierno. Kohl acusó a los sindicatos de "insolidarios" por no querer renunciar a una pequeña parte de su prosperidad y ayudar a sus hermanos del Este.

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