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Mota del Cuervo, el negocio del estorbo

Miles de conductores tardaron más de tres horas en acercarse 140 kilómetros a la playa

En Mota del Cuervo, a 140 kilómetros de Madrid en dirección Benidorm, están hartos de coches hasta en los talleres. "Aquí ya no para nadie. Los vehículos son muy nuevos y no tienen averías y tampoco hay accidentes". Este empresario no quiere saber nada de esa carretera que, a su paso por el pueblo, se convierte en ratonera de toda la operación salida. Otros vecinos no opinan así y le sacan negocio a los atascos: mesones, hostales y bazares donde se venden molinos de viento de plástico. Muchos conductores que estos días huyeron desde el centro de España hacia el Levante tardaron más de tres horas en superar el ya clásico primer obstáculo.

Mota del Cuervo, en la provincia de Cuenca, siempre figura entre las poblaciones que registran retenciones y circulación lenta acordeónica en todas las operaciones salida y regreso de vacaciones. Este mismo problema se produjo el jueves, además, en otras carreteras de salida de Madrid (la de Extremadura y la de La Coruña sobre todo) y en poblaciones costeras, especialmente Valencia.Los atascos en Mota se producen porque en el pueblo confluyen dos carreteras nacionales: la N-301 (Ocaña-Cartagena), y la N-420 (Tarragona-Córdoba). La primera cubre un recorrido casi paralelo a la carretera de Valencia (N-III) pero llega -por Albacete- a Denia, Benidorm y Alicante. La segunda se cruza inoportunamente y provoca las interrupciones.

La Dirección General de Tráfico (DGT) recomendaba a los automovilistas para el Jueves Santo, día punta de salida de coches en Semana Santa, madrugar. La M-30 madrileña demostraba, a las 6.30, que muchos madrileños ya estaban en danza.

En el kilómetro 10 la circulación era intensa pero rápida. En el 29, primer parón. A partir del 30, retenciones continuas. En el 34, a las 7.15, amanece.

"¡Joder, cuanta policía!, que mal lo tenemos para correr un poco". Esta expresión, emitida en una de esas cafeterías donde el conductor pide además de café -a esa hora- ponche o whisky, relata que la carretera está llena de controles.

La caravana se diluye y se reencuentra primero en Quintanar de la Orden, un enclave de caminos que en su día abordó el Quijote en su paso hacia El Toboso, y después en el atasco a 9 kilómetros de Mota del Cuervo. El trayecto se hace en tres horas y quince minutos. El regreso, a primera hora la tarde, en 80 minutos.

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División de opiniones

En Mota hay división de opiniones sobre la carretera. Mario y Jesús, quinceañeros cabreados porque no pueden atravesarla rápidamente con su Derby, han olvidado sus raíces: "Este pueblo es muy desgraciao, no hay más que colas de coches. Para estudiar y divertirnos emigramos a Albacete".

En el enlace de las dos carreteras vive Justino Zarzo. Este jubilado de la construcción dice sin embargo que los automóviles no molestan tanto, que sólo son cuatro días y que está acostumbrado. Marifé, una recien casada que paga por su estratégico piso 20.000 pesetas de alquiler, es más precisa: "Lo peor es en agosto".

Los guardias enviados desde Madrid para regular el cruce 14 horas al día están mosqueados, sobre todo, con sus mandos. El desplazamiento domingos, festivos y las horas que sean necesarias- les reporta una dieta de 6.500 pesetas, 3.800 para dormir y 2.700 para el desayuno, la comida, la cena y, si les queda, las copas. "Yo también querría estar de vacaciones".

"No me extraña que pasen cosas, es que vienen ciegos [los automovilistas], no se enteran, a 40 kilómetros por hora y se crean huecos de 300 metros". La DGT ha contabilizado, desde que se inició el viernes pasado la operación de Semana Santa, 75 accidentes en los que murieron 88 personas.

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